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Taxis y otros medios de transporte público

Taxis y otros medios de transporte público
Del lado del volante

Debido a los temas sobre los que investigamos y trabajamos en la Casa de la Ciudad, continuamente nos toca medir la percepción que tiene la gente del transporte público de la ciudad. Si bien no hemos tenido la oportunidad de hacer un trabajo de percepción más profundo sobre el transporte en taxis y la gente, si nos toca vincular estas personas con nuestra realidad cotidiana.

Lo hemos repetido muchas veces en esta columna, la mejor forma de recorrer largas distancias en las ciudades debería ser el transporte público, en cualquiera de sus distintas definiciones.

Los taxis son sin duda uno de los inventos que marcan el inicio de la vida urbana, un coche de alquiler que recorre la ciudades en busca de viajeros solitarios que necesiten moverse de un lugar a otro. Su llegada se remonta prácticamente a la aparición de los primeros vehículos de motor y el cambio de tracción animal por la combustión interna.

Desde ese momento fue evidente el papel que tendría la movilidad colectiva motorizada dentro de nuestra sociedad. Esta ha cambiado y evolucionado en múltiples direcciones y mientras más lo hace, más necesidad tiene de encontrar una manera de viajar dentro de la urbe.

Hoy día nos hemos convertido en una sociedad urbana multitudinaria. Existimos sobretodo en ciudades, ciudades que rebasan muchas veces nuestro entender y de las que somos incapaces de mesurar, aprender o simplemente recorrer.

Necesitamos un medio de transporte, y la gran mayoría nosotros ya sea por conveniencia u obligación, dependemos del transporte que ofrecen los vehículos colectivos. La mayor parte de del tiempo vivimos esta experiencia del lado del usuario, de aquel urbanita que camina la ciudad en busca de un destino. Pero qué tal si nos aproximamos un poco más a la realidad de quién conduce por horas y horas sin parar.

Se calcula que en la ciudad de Oaxaca existen poco más de mil taxis de sitio, un poco menos de mil autobuses, y dudo que alguien sepa cuántos taxis colectivos rondan por la metrópoli. Otros muchos tipos de vehículos públicos circulan la urbe y sus alrededores: suburbans, autobuses varios, mototaxis, etc. Cada uno de estos está siendo guiado por un chofer, por alguien que vive del motor y el volante.

Se trata de literalmente miles de personas, cientos de horas de conducción y miles de kilómetros que se consumen uno a uno de un lado a otro de la ciudad. Son igualmente muchos litros de gasolina y una increíble cantidad de neumáticos que se desgastan en las calles de la ciudad.

Conducir en una ciudad como la que conforma la mancha urbana de la ciudad de Oaxaca supone no sólo mucho tiempo, esfuerzo y gasto de energía. Es también un reto impresionante de resistencia física y mental. Aquel que crea que circular entre ejes viales saturados, colonias empinadas y centros históricos atiborrados de personas es algo que simplemente pasa y se hace, no ha terminado de entender qué es lo que mueve nuestra urbe.

Sólo una clara minoría de quienes habitan la ciudad tienen coche, y sucede también que muchos de estos vehículos están concentrados es un sector de la población. No son pocas las familias de clase media que cuentan con más de un vehículo. Es decir el vehículo de alquiler en cualquiera de sus versiones es el que se encarga de movernos en una ciudad dispersa y compleja que ha necesitado de la aparición de esta nueva versión de prestadores de servicios públicos.

Sin embargo, abordar un taxi en estos días no es siempre un placer. Quizás sea el estrés que la ciudad genera, o el cansancio de las largas horas de servicio, pero muchas veces nos queda la sensación de que no recibimos el servicio que merecemos. Un primer detalle, al abordar, casi nunca tenemos certeza de cuánto costará nuestro viaje es un viaje lleno de incertidumbres.

Modernizar la vida en la ciudad pasa por modernizar también nuestra relación con el taxi y otros medios de transporte. Es hora de que se trabaje en establecer una mejor relación entre usuario y chofer. Entre ofrecer un servicio y comprarlo, entre la ciudad y sus habitantes. Pagar lo justo, ser amables con quién nos da un buen servicio, confiar en quién nos lleva a nuestro destino.

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Ciclo: La arquitectura en el cine

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Cómo hacer un jardín

La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, A.C., a través de la Casa de la Ciudad, y en conjunto con el Jardín Etnobotánico de Oaxaca invita a la charla Cómo hacer un jardín en la que participarán Antonio Sánchez Velasco y Jorge Juárez García, personal del Jardín.

Durante la charla, Antonio y Jorge hablarán sobre el desarrollo de un proyecto de la magnitud de la del Jardín Etnobotánico. Los retos a los que se enfrentan día con día en su mantenimiento y conservación serán otro de los temas a tratar.

Antonio Sánchez Velasco es originario y vive en San Luis Beltrán, agencia municipal de Oaxaca de Juárez. Sus padres cultivan flores y verduras para los mercados de la ciudad, lo que le ha permitido a la familia mantener conocimientos y prácticas campesinas en un entorno de urbanización creciente. Antonio es el decano y coordinador de los jardineros del Jardín; ha colaborado con nosotros desde su fundación.

Jorge Juárez García creció en Iztapalapa, DF, a donde migraron sus padres, oaxaqueños ambos. Aprendió el oficio de albañilería en su juventud. Pocos años después de casarse, decidió mudarse a Oaxaca y participó en la restauración del antiguo convento de Santo Domingo. Jorge colabora con el Jardín desde su fundación, donde coordina al equipo de obra arquitectónica y mantenimiento de la infraestructura.

La charla Cómo hacer un jardín se llevará a cabo el próximo viernes 2 de agosto a las 7:00 p.m. la Casa de la Ciudad, ubicada en Porfirio Díaz 115 esq. Morelos, Centro Histórico, Oaxaca. La entrada es libre.

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¡A comer!

¡A comer!

¿Qué haces cuándo tienes hambre? A lo mejor atacas el refrigerador o tratas de convencer a tu mamá que te lleve a algún restaurante. Haces eso porque eres un herótrofo, es decir, un organismo que obtiene su energía de la comida que consume. Los humanos y los animales somos herótrofos.
Las plantas, por otra parte, no pueden ir al refri cada vez que tienen hambre. Tienen que producir su propia comida. Por ello, las plantas se consideran autótrofas. Usan la energía del sol para producir la comida que necesitan. Esto es lo que llamamos fotosíntesis.
A veces podemos aprender mucho de algo observando cuidadosamente la palabra que la describe. Probemos con fotosíntesis. Esta palabra está hecha de un prefijo foto que significa luz y una palabra raíz síntesis, que significa más o menos juntar. Entonces, si las unimos nos da juntar con luz. Una definición más detallada que podemos encontrar en el diccionario nos da la siguiente respuesta: la producción de carbohidratos formada por bióxido de carbono y agua, usando la luz del sol como fuente de energía y con la ayuda de clorofila.
La fotosíntesis es un proceso que sucede en las células de las plantas. Para llevarlo a cabo se necesitan ciertos ingredientes como:
Luz – del sol
Agua – que la planta toma de la tierra a través de sus raíces
Bióxido de carbono – que la planta toma del aire
Clorofila – que se encuentra en las células de la planta

La próxima semana hablaremos del proceso que siguen las plantas con estos ingredientes.

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