La ciudad como sujeto de inversión
La ciudad como sujeto de inversión
El espacio público construido
Muchas veces en este espacio hemos mencionado la necesidad de comprender que la ciudad de Oaxaca es un conglomerado urbano que se extiende sobre el territorio de los Valles Centrales a lo largo de muchos kilómetros cuadrados. Hemos tratado de sensibilizar a los lectores sobre la necesidad de diversificar planes e inversiones a fin de que todos los sectores de la ciudad eleven su calidad de vida.
Se han hecho críticas sobre la excesiva atención que reciben lugares como el Centro Histórico en relación al abandono en el cual han estado históricamente muchas colonias y barrios que igual forman parte de la ciudad. Colonias que, por cierto, no dejan de aparecer en condiciones cada vez más complicadas en territorios más y más difíciles, donde será muy complejo llevar algún estado de bienestar.
Pero lo cierto es que esto no implica que se proponga el abandono del Centro Histórico de la ciudad a su suerte. Todo lo contrario. De lo que se trata es de crear un espacio urbano más justo y equilibrado donde todos seamos sujetos de interés y donde la ciudad pueda ser transformada para que esto suceda de manera normal y cotidiana.
De entre todas las cosas que resulta indispensable transformar, debemos poner especial atención a los lugares destinados a la convivencia diaria de las personas. Estos espacios públicos donde los habitantes de una ciudad se encuentran unos a otros y se enfrentan al cotidiano de manera colectiva.
Sin embargo, lo que ha venido sucediendo en los últimos tiempos es que estos lugares han sido olvidados en los planes de gobiernos de todo tipo. En el caso de las áreas verdes, por ejemplo, es común ver que la ciudad se extienda en todas direcciones y que estos espacios tan importantes para la convivencia y el buen desarrollo de los infantes no aparecen por ningún lado.
Según el INEGI, en todo el estado de Oaxaca existen apenas 50 parques infantiles. Y en cuanto a simples áreas infantiles, prácticamente ningún municipio o barrio cumple con la recomendación internacional que hace las Naciones Unidas de 10m2 por habitante.
La actividad física en ciudades tan pavimentadas y a veces monótonas como las que habitamos, debe ser un ingrediente cotidiano, sobre todo en las etapas de desarrollo infantil, cuando se construyen buena parte de los hábitos futuros de las personas.
No basta con la construcción de uno o dos grandes centros deportivos en la ciudad; para muchas personas moverse desde su lugar de origen hacia estos lugares es un problema. Ya sea por tiempo o dinero –no olvidemos el costo real de moverse en la ciudad para una familia– les puede resultar extremadamente complicado cambiarse de lado de la ciudad, para realizar alguna actividad física.
Lo sensato sería retomar el espacio verde público como un lugar de inicio de la transformación del espacio urbano, como lo fue por largo tiempo en tantas ciudades incluidas las mexicanas. Empezar a dar un giro a las inversiones de los gobiernos que no se recatan a la hora de construir enormes obras de infraestructura vial, pero muy poco o nada en favor de la aparición de espacios verdes en colonias que se cubren rápidamente de concreto.
Un apropiado diseño del espacio urbano es una potente herramienta para mejorar las relaciones sociales de las personas, para que se vuelvan lugares de encuentro y desarrollo físico y cognitivo, donde se suaviza el tejido social, hoy tristemente tensado.
Invertir en los espacios públicos más allá de calles y las plazas históricas, es invertir en un futuro más amable para todos los que poblamos las manchas urbanas del país. La ciudad de Oaxaca con sus más de 600 mil habitantes ha cruzado desde hace tiempo la línea que la separa de ser una pequeña y comprimida mancha urbana, a una metrópoli compleja.
Es necesario que esta lógica impacte en la urbe. Entender que no basta con atrios y plazas públicas y que es de gran importancia abrir lugar a las manchas verdes dentro del perímetro de la ciudad. Los muchos barrios que componen la urbe deben ser sujetos de intervención, diseño e inversión. Porque hacer una ciudad más suave que la superficie del concreto, es una forma de hacer igualmente flexible y tolerante nuestra sociedad.
Los árboles en la literatura
Los árboles en la literatura
Como seguramente te has dado cuenta, muchas obras de arte – pinturas, fotos, esculturas, música – están inspiradas en la naturaleza. En cuadros podemos ver bosques y montañas, por ejemplo. Hay compositores que se inspiraron en el mar o las tormentas para crear sinfonías. En la literatura también hay muchísimos ejemplos de árboles que son importantes en las historias que leemos.
Probablemente porque los árboles son fuente de vida, y algunos de ellos parecen ser tan antiguos como la Tierra misma (como el Árbol del Tule), es que podemos encontrar historias sobre árboles en todas las culturas del mundo. Árboles sabios, encantados, que prestan ayuda o dan refugio y alimento se pueden encontrar en la mitología griega, celta, maya y de los nativos americanos.
Los árboles también juegan un papel significativo en algunos cuentos de hadas de los Hermanos Grimm, Robin Hood y las obras de William Shakespeare, por nombrar solo unos pocos. Esto nos demuestra que no hay época en la historia de la humanidad en que no se les considere importantes.
Por ejemplo, en la Épica de Gilgamesh, la obra de literatura más antigua que se conoce (2700 años antes de nuestra era), el viaje del héroe comienza en un bosque de cedros y termina en otro bosque con árboles de otro mundo que en vez de fruta tienen joyas. Otro ejemplo antiguo lo podemos encontrar en la Biblia. Mientras Adán y Eva están en el Paraíso, Dios les prohíbe comer del Árbol del Bien y del Mal.
¿Cuál es tu árbol de cuento favorito?
Un jardín para las Azucenas
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Alamedas
Alamedas
¿Sabías que las alamedas son los jardines públicos más antiguos? La más antigua que aún se conserva es la Alameda de Hércules en Sevilla, que data de 1574. Se llaman así porque los árboles que usualmente se plantaban en estos espacios públicos eran álamos, los cuales se plantaban alineados para crear grandes áreas sombreadas. A veces se usaban también como mercados o eran el escenario para actividades lúdicas como bailes, desfiles o demonstraciones atléticas o militares.
La Alameda de León
En el año de 1576, el Virrey Martín Enríquez concedió al Ayuntamiento de Antequera dos solares para que construyera sus casas consistoriales o un palacio municipal. Sin embargo, nada se construyó; un solar fue vendido a un particular y el otro se convirtió en mercado de alfareros, por lo que se le conocía como Plazuela de Cántaros.
El gobernador del estado, general Antonio de León, vivió frente a la Plazuela de Cántaros, y en una conversación con su secretario -Benito Juárez- surgió la idea de convertir en jardín aquella plaza que tenía mal aspecto. El proyecto se ejecutó en el año de 1840, haciendo una pequeña réplica de la Alameda Central de la Ciudad de México. El nuevo jardín se inauguró el 13 de octubre de 1843 con el nombre de Alameda de León, en honor a su fundador.