Ferrocarril de Oaxaca
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Modelos de movilidad
Modelos de movilidad
No todas las ciudades son iguales
La Organización Mundial de la Salud, organismo dependiente de la ONU, publicó en un reporte recientemente concluido que la contaminación en las ciudades daña más al organismo de lo que por mucho tiempo se supuso.
Entre sus afirmaciones destaca el hecho de que las partículas suspendidas que flotan en nuestras urbes resultan bastante más nocivas de lo que se pensaba. Estas partículas son producto de actividades humanas y, pese a tener un sinfín de causas, la que más aporta a este fenómeno es el transporte. Los vehículos automotores son responsables de la gran mayoría de los gases y otras emisiones contaminantes a la atmósfera, entre ellas dichas partículas.
Al iniciar este artículo dedicado al transporte haciendo mención del informe –que ya abordaremos mejor más adelante en esta columna– es para sentar una vez más el antecedente de la importancia de este sector para la mejora en la calidad de vida de las ciudades. Y como la toma de decisiones que a esta materia concierne debe hacerse considerando muchos aspectos, este es un aspecto que no se puede dejar de lado. Las ciudades son muy diversas, las soluciones a sus problemas deberían serlo también.
En los últimos tiempos sin embargo, obviando estas particularidades, se ha intentado aplicar soluciones a los problemas de movilidad de las ciudades como si se tratara de un recetario, que funcionan lo mismo en una situación que en otra. Esto es un grave error que afecta a cientos de ciudades y millones de personas.
Dos factores son determinantes para que esta situación se presente. Por una parte tenemos el profundo desconocimiento que las ciudades tienen de sí mismas. Más allá de algunos datos estadísticos generales, las ciudades carecen de instrumentos propios para evaluar sus problemas y aportar soluciones. Por otro lado tenemos la carencia de profesionalismo de los consultores, que muchas veces sirven intereses ajenos a las ciudades y sus habitantes, quienes son los normalmente pagan sus servicios.
La falta de capacidad de las ciudades para generar sus propias conclusiones sobre el futuro las ha hecho dependientes de las opiniones “expertas” de firmas consultoras que desde visiones exógenas, y muchas veces sesgadas por contratos o intereses, comprometen la ciudad, sus recursos y sus habitantes. No todas operan así desde luego, pero ¿cómo saber cuál si y cuál no?
Dicho de otra forma, ponemos fe ciega en empresas de las cuales no sabemos prácticamente nada. La pregunta es ¿quién vigila al policía?, ¿quién protege nuestros intereses como sociedad? La transparencia es una gran deuda de los gobiernos con las personas, y las ciudades no son la excepción.
La ciudad de Oaxaca no es el Distrito Federal, tampoco, Puebla, León o cualquier otra urbe que podríamos imaginar de las miles que se distribuyen por el país y el planeta. Es una ciudad llena de particularidades sociales y económicas que demandan un reconocimiento específico de sus alcances y limitaciones antes de poner en marcha cualquier propuesta a la ligera.
Una realidad la hace particularmente distinta a muchos otros entramados urbanos que podrían, por decirlo de alguna manera, jugar en su liga. Oaxaca es una ciudad que rebasa lo metropolitano y se desdobla dentro de lo regional. Un espacio complejo, de intercambio cotidiano de bienes y servicios, delimitado por una geografía única y un modelo económico particular que se centra en el municipio de Oaxaca de Juárez, pero se distribuye hasta por 35 km de radio.
Estas condiciones tendrían que ser no sólo tomadas en cuenta a la hora de proponer soluciones al problema de movilidad que enfrenta la ciudad. Deberían ser sin duda los ejes desde los cuales se construya lo que podría ser la plataforma de transporte que lleve a la ciudad de Oaxaca del fondo de las estadísticas nacionales con rumbo a un futuro más brillante.
Oaxaca, como casi todas las ciudades del Sistema Urbano Nacional, enfrenta grandes retos que en las condiciones actuales de las sociedades latinoamericanas, casi completamente urbanizadas, son fundamentales de atacar y resolver. Pero las soluciones deben ser a medida, no genéricas. Tendrían que estar construidas desde abajo, desde el conocimiento del usuario, de las personas de a pie, para adentrarnos en materia social y económica más profundamente.
Reconocer el territorio y su geografía y entonces aportar soluciones que la sociedad debería poder conocer, valorar y avalar, porque si no, de nuevo estaremos a merced de las opiniones de unos cuantos que, para colmo, no conocemos.
La fuente gris
La fuente gris
por Pedro Pablo Sacristán
Había una vez un niño que cuando paseaba por el bosque escuchó un triste lamento, como si lloraran cantando. Siguiendo el ruido llegó hasta una gran fuente, misteriosa y gris. De su estanque parecía surgir aquel sollozo constante. Al asomarse, entre las sucias aguas de la fuente vio un grupo de peces grises girando en círculo lentamente. De sus bocas surgía un sollozo con cada vuelta.
Divertido por la situación, el niño trató de atrapar uno de aquellos peces parlantes, pero al meter la mano en el agua, se le volvió gris hasta el codo y una enorme tristeza le invadió. Al tiempo comprendió enseguida la tristeza de aquellos peces: sentía lo mismo que sentía la tierra. Se sentía sucio y contaminado. Sacó la mano del agua rápidamente y se fue corriendo. Pero su mano siguió gris y siguió sintiéndose triste.
Probó muchas cosas para alegrarse, pero nada funcionaba. Un día se dio cuenta de que sólo devolviendo la alegría a la tierra podría él estar alegre. Desde entonces se dedicó a cuidar del campo, las plantas, el agua, y se esforzaba porque todos obraran igual. Y tuvo tanto éxito que su mano fue recobrando el color y, cuando el gris desapareció completamente y volvió a sentirse alegre, se atrevió a volver a ver la fuente. Desde lejos pudo oír los alegres cantos de los peces de colores, que saltaban y bailaban en las cristalinas aguas de aquella fuente mágica. Y así supo que la tierra volvía a estar alegre, y él mismo se sintió de verdad alegre.