Archivo mensual enero 15, 2013

La historia de los jardines II

La historia de los jardines II

En la Edad Media, los conventos y monasterios tenían grandes jardines en los cuales cultivaban hortalizas para consumo propio, así como plantas medicinales para su uso y estudio.
En el siglo XIII, las clases altas comenzaron a cultivar jardines de esparcimiento, donde podían disfrutar del contacto directo con la naturaleza. Estos jardines tenían grandes murallas para prevenir la entrada de animales salvajes. En los siglos siguientes, se comenzaron a plantar hierbas de olor, árboles frutales y flores aromáticas.
Después del Renacimiento, en los siglos XVI y XVII, se retomaron ideas del mundo clásico, Grecia y Roma, y las aplicaron a los jardines, enfocándose en la simetría, proporción y equilibrio. También se adornaron con esculturas, fuentes y bromas con agua (donde se sorprendía a los visitantes con chorros de agua, ¿te imaginas?). También se formaban laberintos con plantas y árboles.
En el siglo siguiente, la gente se comenzó a rebelar contra los jardines “formales”, ahora preferían jardines con un estilo más “natural”. Comenzaron a haber jardines para pasear, aunque sólo podían ir las personas de clase media y alta, ya que había que pagar para entrar. Si los pobres tenían jardines, era para sembrar plantas comestibles.
A partir de la Revolución Industrial, con el crecimiento de las ciudades y las malas condiciones en las que vivían los trabajadores, las autoridades comienzan a crear parques públicos para que todos los habitantes pudieran tener lugares bonitos para pasear y estar cerca de la naturaleza.

Mi ciudad a pie

Mi ciudad a pie
Ser vago no es tan malo

Vamos a ver… Sucede que todos los días escuchamos quejas de lo complicado que es usar el transporte público, conducir en la ciudad, estacionarnos, los plantones, los cierres de calles, estacionarnos, etc. Pero qué tal sí muchos de estos problemas fueran perfectamente evitables. Si cambiar sólo un poco nuestros hábitos transformaría la visión de nuestra propia ciudad.

Ese cambio se reduce a retomar un sencillo hábito: caminar. Andar es sin duda el modo más sostenible y eficaz de movernos de un lugar a otro. No requiere gasto en combustible, no ocupa miles de metros cuadrados en estacionamiento y, lo más importante, favorece nuestra salud que pese a los estereotipos es el valor más grande que cualquier persona podemos poseer.

Una persona puede caminar a una velocidad media de 4 km/h en la ciudad, aunque con la cantidad de obstáculos que se encuentran se puede reducir hasta los 3 km/h. Esto quiere decir que en una ciudad como Oaxaca, sobre todo en su área económica más activa, es posible realizar la gran mayoría de los viajes cotidianos a pie sin que esto represente un gran problema para casi nadie.

La distancia de punta a punta del Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca es de aproximadamente 2 km, esto quiere decir que podemos ir de un extremo a otro en más o menos media hora. ¿Se han preguntado alguna vez cuánto tardan en encontrar estacionamiento y el costo que esto implica? Además resulta que muchas de las partes de interés de la zona centro están concentradas en un punto en particular, por lo que rara vez es necesario caminar más de 500 mts.

Las manzanas del centro miden aproximadamente 90 mts de largo, que era el equivalente a 100 varas españolas. Esto quiere decir que caminar cuatro o cinco cuadras implica muy poco tiempo -unos 10 o 15 minutos- durante los cuales hacemos ejercicio cardio-respiratorio al tiempo que dejamos de contaminar el medio ambiente.

Otros barrios de la ciudad presentan iguales circunstancias. El trazado de la colonia Reforma, por ejemplo, tomó consciente o inconscientemente la proporción de las manzanas del Centro Histórico. Si bien es cierto que existe una pendiente mayor que nos desafía, también es verdad que del zócalo al centro de la citada colonia hay unos dos km de distancia, es decir una media hora a pie o un poco más.

Pero si caminar resulta tan sencillo, saludable y ahorrador tanto de tiempo como de dinero ¿por qué cada vez caminamos menos?

Esta pregunta tiene más de una respuesta que va desde el poderoso lobby automovilístico y petrolero, hasta un cambio en el ritmo de vida de las familias en la actualidad. Pero hay un aspecto al que tenemos que poner especial atención y por el cual deberíamos estar pugnando desde nuestras distintas trincheras. Cada vez hacemos que las ciudades sean más complicadas para el peatón.

La cantidad de obstáculos que podemos encontrar en la calle que dificultan el paso de una persona son inconmensurables. Van desde la superficie misma del área caminable de una calle que a veces llega a ser ridícula – ¿Han intentado andar por Tinoco y Palacios?–, pasando por los incontables desniveles a veces de casi un metro de altura –como el que se encuentra en la calle de Profirió Díaz casi con Allende–, que significan en si un riesgo para la seguridad de las personas.

Luego están, los obstáculos que las diversas empresas e instituciones consideran grato instalar en cualquier parte sin vigilar ninguna normativa. Postes de luz, de teléfono, casetas de todo tipo, señales de tránsito, y demás se ubican en los puntos de encuentro de calles, plantados sobre las banquetas haciendo imposible el paso de los transeúntes.

Por último, está el nulo interés por generar confort en las calles que la gente camina. En las condiciones climáticas de esta ciudad, encontrar una calle una sombra adecuada es prácticamente un milagro. Cuidar que el pavimento no sólo sea seguro, sino que el color del mismo rebote la menos cantidad de luz posible parece también complicado, se cuida la estética y la máquina pero no a la persona.

¿Cómo generar una cultura de salud, de ciudad menos contaminante y amable con el medio ambiente si no se facilita la acción más sustentable que el ser humano puede hacer para moverse? Las ciudades entran una tras otra en el colapso que representa la movilidad motorizada, mientras tanto, las ciudades olvidan sus principios y fines básicos. Porque no hay que olvidar que a veces la respuesta al problema más complicado es la más común, así que qué esperan: a caminar.

La historia de los jardines

La historia de los jardines

Seguramente muchas veces has jugando en algún jardín, ya sea en tu casa, de tus vecinos o amigos o de tus abuelitos. Pero, ¿alguna vez has pensado desde hace cuánto tiempo los humanos tenemos jardines?
Los primeros jardines tenían un fin práctico, serían para proveer alimentos. Conforme nuestras sociedades se fueron haciendo más complejas, las clases altas comenzaron a tener jardines decorativos para disfrutar de ellos.
Los antiguos egipcios, por ejemplo, disfrutaban de la sombra de palmeras y árboles de nueces y granada. También les gustaba sembrar rosas e irises y por lo general tenían estanques con peces.
Por otra parte, los jardines colgantes de Babilonia eran considerados como una de las siete maravillas del mundo antiguo (¿conoces las otras seis?). Se dice que los construyó el rey Nabucodonosor II, quien reinó entre los años 605 y 562 antes de nuestra era, para complacer a su esposa que extrañaba las plantas de su lugar de origen.
Cuando los romanos conquistaron Egipto, tomaron muchas de sus ideas sobre la jardinería. Los romanos de las clases altas tenían grandes jardines en sus palacios y casas de campo, los cuales decoraban con esculturas. En las ciudades construían sus villas alrededor de un patio central, que por lo general contaba con una fuente y camas de flores y plantas de olor.
Como puedes ver, los humanos siempre han sentido la necesidad de estar cerca de la naturaleza. ¿Cuál es tu jardín favorito?

El 2013 es el Año de Áreas Verdes en Casa de la Ciudad

El 2013 es el Año de Áreas Verdes en Casa de la Ciudad

¡Año nuevo, proyectos nuevos! El año pasado hablamos sobre el agua y como cuidarla. Este año tenemos un tema nuevo que también muy importante para nuestra ciudad y todos los que vivimos en ella. Durante el 2013 vamos a hablar de áreas verdes. ¿Y qué es un área verde? Puede ser un jardín público o privado, un parque, un huerto, un patio con muchas plantas, en fin, cualquier lugar donde haya vida.
Las áreas verdes dentro de una ciudad son muy importantes porque los árboles y plantas producen oxígeno que necesitamos para respirar. ¿Te has fijado como el aire se siente más puro y fresco en los lugares donde hay plantas? El proceso que usan las plantas para producir oxígeno y azúcar, que es el alimento de la planta, mediante la luz del sol, agua, minerales y el bióxido de carbono que se encuentra en el ambiente se llama fotosíntesis.
La fotosíntesis nos ayuda a contrarrestar la contaminación que hay en las ciudades que es producto de los autos y las fábricas, entre otras cosas. Entre más plantas y árboles haya en la ciudad, más limpio y fresco será el aire que respiramos. Además, tendremos más sombra que nos proteja del sol y habrá más pájaros y otros animales porque tendrán lugares donde vivir.
¿No te gustaría que Oaxaca siga siendo la Verde Antequera?

*En Casa de la Ciudad queremos que nos digas cómo te gustaría que fueran los parques en Oaxaca. A los primeros 10 que nos traigan su dibujo, les vamos a dar un regalo sorpresa. Nuestras oficinas están en Porfirio Díaz 115, esquina con Morelos en el Centro en el segundo piso. Pueden traer sus dibujos de lunes a viernes de 9 de la mañana a 2 de la tarde o de 5 a 7 de la tarde.