Mi ciudad a pie

Mi ciudad a pie

Mi ciudad a pie
Ser vago no es tan malo

Vamos a ver… Sucede que todos los días escuchamos quejas de lo complicado que es usar el transporte público, conducir en la ciudad, estacionarnos, los plantones, los cierres de calles, estacionarnos, etc. Pero qué tal sí muchos de estos problemas fueran perfectamente evitables. Si cambiar sólo un poco nuestros hábitos transformaría la visión de nuestra propia ciudad.

Ese cambio se reduce a retomar un sencillo hábito: caminar. Andar es sin duda el modo más sostenible y eficaz de movernos de un lugar a otro. No requiere gasto en combustible, no ocupa miles de metros cuadrados en estacionamiento y, lo más importante, favorece nuestra salud que pese a los estereotipos es el valor más grande que cualquier persona podemos poseer.

Una persona puede caminar a una velocidad media de 4 km/h en la ciudad, aunque con la cantidad de obstáculos que se encuentran se puede reducir hasta los 3 km/h. Esto quiere decir que en una ciudad como Oaxaca, sobre todo en su área económica más activa, es posible realizar la gran mayoría de los viajes cotidianos a pie sin que esto represente un gran problema para casi nadie.

La distancia de punta a punta del Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca es de aproximadamente 2 km, esto quiere decir que podemos ir de un extremo a otro en más o menos media hora. ¿Se han preguntado alguna vez cuánto tardan en encontrar estacionamiento y el costo que esto implica? Además resulta que muchas de las partes de interés de la zona centro están concentradas en un punto en particular, por lo que rara vez es necesario caminar más de 500 mts.

Las manzanas del centro miden aproximadamente 90 mts de largo, que era el equivalente a 100 varas españolas. Esto quiere decir que caminar cuatro o cinco cuadras implica muy poco tiempo -unos 10 o 15 minutos- durante los cuales hacemos ejercicio cardio-respiratorio al tiempo que dejamos de contaminar el medio ambiente.

Otros barrios de la ciudad presentan iguales circunstancias. El trazado de la colonia Reforma, por ejemplo, tomó consciente o inconscientemente la proporción de las manzanas del Centro Histórico. Si bien es cierto que existe una pendiente mayor que nos desafía, también es verdad que del zócalo al centro de la citada colonia hay unos dos km de distancia, es decir una media hora a pie o un poco más.

Pero si caminar resulta tan sencillo, saludable y ahorrador tanto de tiempo como de dinero ¿por qué cada vez caminamos menos?

Esta pregunta tiene más de una respuesta que va desde el poderoso lobby automovilístico y petrolero, hasta un cambio en el ritmo de vida de las familias en la actualidad. Pero hay un aspecto al que tenemos que poner especial atención y por el cual deberíamos estar pugnando desde nuestras distintas trincheras. Cada vez hacemos que las ciudades sean más complicadas para el peatón.

La cantidad de obstáculos que podemos encontrar en la calle que dificultan el paso de una persona son inconmensurables. Van desde la superficie misma del área caminable de una calle que a veces llega a ser ridícula – ¿Han intentado andar por Tinoco y Palacios?–, pasando por los incontables desniveles a veces de casi un metro de altura –como el que se encuentra en la calle de Profirió Díaz casi con Allende–, que significan en si un riesgo para la seguridad de las personas.

Luego están, los obstáculos que las diversas empresas e instituciones consideran grato instalar en cualquier parte sin vigilar ninguna normativa. Postes de luz, de teléfono, casetas de todo tipo, señales de tránsito, y demás se ubican en los puntos de encuentro de calles, plantados sobre las banquetas haciendo imposible el paso de los transeúntes.

Por último, está el nulo interés por generar confort en las calles que la gente camina. En las condiciones climáticas de esta ciudad, encontrar una calle una sombra adecuada es prácticamente un milagro. Cuidar que el pavimento no sólo sea seguro, sino que el color del mismo rebote la menos cantidad de luz posible parece también complicado, se cuida la estética y la máquina pero no a la persona.

¿Cómo generar una cultura de salud, de ciudad menos contaminante y amable con el medio ambiente si no se facilita la acción más sustentable que el ser humano puede hacer para moverse? Las ciudades entran una tras otra en el colapso que representa la movilidad motorizada, mientras tanto, las ciudades olvidan sus principios y fines básicos. Porque no hay que olvidar que a veces la respuesta al problema más complicado es la más común, así que qué esperan: a caminar.

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