Archivo anual noviembre 7, 2013

Conferencia: Caleidoscopio de periferias

La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, A.C., a través de la Casa de la Ciudad, invita a la conferencia Caleidoscopio de periferias impartida por el arquitecto Christian von Wissel, en el marco del Tercer Seminario de Urbanismo Aprendiendo a observar el espacio público que comenzó en el mes de septiembre.

La ponencia propone una revisión del concepto de periferia a partir del caso de la Zona Metropolitana del Valle de México. El proceso de periferización de la Ciudad de México ha hecho de la ZMVM un caso emblemático de la ciudad difusa que se caracteriza por la fragmentación del territorio, la proliferación de fronteras sociales y la multiplicación de visiones de desarrollo urbano. A partir de un análisis de diferentes proyectos de investigación artística, la ponencia busca problematizar las perspectivas a través de las cuales se discute el fenómeno de la periferia, así como abrir nuevos horizontes de acción.

Christian von Wissel cuenta con una Maestría en Arquitectura por la Universidad Técnica (TU) de Múnich y actualmente es candidato a Doctor en Sociología Visual por la Universidad Goldsmiths en Londres. Ha sido profesor de Teoría e Historia de la Arquitectura, Arte y Diseño en TU Múnich y expositor en varios museos en Berlín, Austria, Dinamarca y México. También ha trabajado de forma independiente como arquitecto e investigador en temas de urbanismo en la Ciudad de México, Londres y Berlín. Actualmente es asistente de investigación en TU Múnich.

La conferencia Caleidoscopio de periferias se llevará a cabo el próximo viernes 15 de noviembre a las 7:00 p.m. la Casa de la Ciudad, ubicada en Porfirio Díaz 115 esq. Morelos, Centro Histórico, Oaxaca. La entrada es libre.

Eventos de Noviembre

  • Presentación del libro La metrópoli de los Valles Centrales. Morfogénesis de la ciudad de Oaxaca de Gustavo Madrid el próximo jueves 21 de noviembre a las 19:00. Inauguración de la exposición Casi 3 años de hacer ciudad: Proyectos de Casa de la Ciudad 2011 – 2013.

 La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, A.C., a través de la Casa de la Ciudad, invita a la presentación del libro La metrópoli de los Valles Centrales. Morfogénesis de la ciudad de Oaxaca de Gustavo Madrid, Director de Casa de la Ciudad. Posteriormente se inaugurará la exposición Casi 3 años de hacer ciudad: Proyectos de Casa de la Ciudad 2011 – 2013.

La metrópoli de los Valles Centrales. Morfogénesis de la ciudad de Oaxaca es resultado de la investigación que Gustavo Madrid llevó a cabo para obtener su Doctorado en Urbanismo. El libro describe la geografía e historia de Oaxaca para posteriormente detallar su desarrollo urbano desde la época prehispánica hasta el día de hoy.

La presentación del libro correrá a cargo de Horacio Capel, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona. El profesor Capel ha realizado investigaciones sobre cuestiones relacionadas con la geografía urbana, la percepción del espacio y el urbanismo.

Posteriormente los asistentes podrán conocer los diversos proyectos que Casa de la Ciudad ha desarrollado desde el 2011 tomando como base la problemática ocasionada por el crecimiento no planificado de la ciudad. El equipo de CDLC ha trabajado intensamente durante casi tres años buscando transformar la ciudad con una visión integral de intervención urbana a partir de líneas complementarias de acción como son la movilidad integral, la arquitectura sustentable, el diseño y rehabilitación de áreas verdes y parques y la creación de centros de barrios en la periferia de la capital. En la exposición se podrán ver 15 de los proyectos más relevantes que se han desarrollado en este tiempo.

La presentación del libro y la inauguración de la exposición se llevarán a cabo el próximo jueves 21 de noviembre a las 7:00 p.m. en la Casa de la Ciudad, ubicada en Porfirio Díaz 115 esq. Morelos, Centro Histórico, Oaxaca. La entrada es libre.

Oaxaca ciudad patrimonio I

Oaxaca ciudad patrimonio I

Una historia de casi tres décadas

¿Qué define el valor de una ciudad? ¿Son sus monumentos, su arquitectura y calles, lo antiguo de su historia, el valor de sus tesoros?

Puede ser que, desde una mirada muy superficial, eso sea lo que para muchos represente el sentido patrimonial de un lugar. Sin embargo, no olvidemos que estas definiciones no son sino construcciones sociales que avalan un grupo de principios acordados entre otro grupo de personas que se centran en una visión muy general de la realidad de los lugares que se declaran como patrimonio de todos, es decir de la humanidad.

El origen de estas declaratorias se pude ubicar en la XVII Conferencia General de la UNESCO que se llevó a cabo en París en 1972. El objetivo era la protección de una serie de lugares y valores universales particulares con el fin de que se preservara su existencia en el tiempo; misión que por desgracia en muchos casos ha sido fallida y que nos debería hacer reflexionar sobre el sentido de estos hechos.

El Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca recibió esta denominación junto con la zona arqueológica de Monte Albán en el año de 1987. Desde entonces, se ha ondeado la bandera del patrimonio de manera constante como si su pura etiqueta redefiniera el sentido de la ciudad misma.

Con todo esto es evidente, y está registrado, que el proceso de deterioro del Centro Histórico de la ciudad no sólo no se ha detenido, sino que cada vez enfrenta más amenazas. Muchas de ellas producto de un entendimiento confuso del sentido de herencia de un lugar y otras tantas resultado del paso del tiempo y la aparición de nuevos retos, frente los cuales ciudades como la nuestra no han sido capaces de adaptarse.

Pese a dichos conflictos, lo cierto es que formar parte del grupo de lugares elegidos para ser preservados debería suponer un estímulo y un compromiso con el lugar, pero sobre todo con sus habitantes. Porque de nada sirve tener un apellido ilustre si en la realidad los miembros de la familia viven en malas condiciones y la casa está deteriorada.

Casi 27 años después de la entrada de una porción del entramado urbano de la ciudad a esta selecta lista, debería ser el momento de hacer una profunda reflexión sobre cuál es el estado de las cosas y qué ha dejado como proceso de aprendizaje esta situación. Qué cosas han mejorado, cuáles siguen igual y qué otras deberíamos intentar modificar para asegurar el mejor estado de las cosas.

Esta reflexión resulta indispensable al tiempo de que cada vez se hace más evidente la necesidad de actualizar conceptos ya desgastados, así como enfrentar los retos que tiene una ciudad delante de si luego de más de un cuarto de siglo de que se haya hecho esta declaratoria. Nos referimos a que hoy en día las ciudades enfrentan problemas que en los tiempos en que se inscribieron este y otros lugares ni siquiera se mencionaban.

Contaminación del medio ambiente natural donde se inserta la ciudad, deterioro de la salud física y emocional de sus habitantes, exceso de vehículos automotores y un consecuente incremento de las emisiones contaminantes a la atmósfera y ruido, carencia de áreas verdes, etc. Son retos con los que todos los días convive la ciudad y sus habitantes y ante los cuales es necesario ofrecer alternativas.

Sobre todo cuando como en el caso de ciudades como la nuestra, el Centro Histórico cumple una función que va más allá de mera perspectiva “cultural” del problema.

El centro de esta ciudad es el epicentro en sí de las actividades sociales de la urbe, pero también lo es de la estructura económica y funcional de un territorio que se extiende por miles de kilómetros cuadrados –literalmente- ante la constitución de un sistema de operación regional bajo el cual se opera hoy día.

La ciudad de Oaxaca y los 600 mil habitantes que suman la zona metropolitana es un ente administrativo que acapara una gran parte de las actividades productivas y socio-culturales de la región. Por este motivo es que el que su corazón urbano esté en buen estado y actualizado en los tiempos que se viven hoy día, resulta por demás importante para la salud de todo un sistema que sólo tiene sentido porque está habitado por personas.

Dentro de dos semanas la ciudad será anfitriona de un evento que reunirá a muchos otros miembros del grupo de ciudades patrimonio. Quizás sea una buena oportunidad para tratar de discutir juntos estos retos y buscar una redefinición del sentido actual de ser un lugar que se ha declarado de interés para todos habitantes del planeta, pero mucho más para nosotros, quienes aquí vimos.

Ciudad sin personas

Ciudad sin personas

Ciudad sin ciudad

Hace una semana este mismo periódico ponía en la portada una noticia que, por grave, sorprende no haya sido replicada en otros diarios o medios de comunicación con la contundencia que merece.

El estado de Oaxaca perdió 700 mil personas en el padrón electoral, pasando de 3 400 000 personas a 2 700 000. Esto equivale a más del total de población que habita en la Zona Metropolitana de Oaxaca. Imaginen que de la noche a la mañana la ciudad se vaciara.

Suena bastante imposible, sin embargo ese es el volumen de personas adultas que salieron del estado en el periodo desde la última revisión del padrón realizada por el IFE. Mientras nuestro estado perdió población, otros como Veracruz, Puebla, el Estado de México o el Distrito Federal la ganan.

La demografía es una ciencia con muchos huecos; es complejo hacer previsiones y cálculos cuando se habla de seres humanos, de personas que obedecen a una enorme cantidad de variables que pueden condicionar su modelo y estilo de vida. Sin embargo, cuando los flujos de personas son tan amplios, es relativamente fácil suponer qué está pasando, y es que esta gente no está migrando, está escapando.

El problema de perder población en edad adulta es muy grave. Mientras una persona de mediana edad se encuentra lista para producir, una joven o en la infancia, requiere de atención e inversión por parte del estado como educación, servicios médicos, etc. Esto significa que sale del estado nuestra fuerza productiva y permanece nuestra población más dependiente, lo cual también significa un enorme desbalance en la situación socio-económica del estado.

En el plano urbano, que es lo que aquí nos interesa, esta realidad es contraria de sobremanera a la salud de nuestra ciudad.

Cómo generar un estado de bienestar dentro de los límites de la zona metropolitana si no contamos con personas en edad productiva que emprendan las acciones que pueblo por pueblo, colonia por colonia, barrio por barrio necesitamos. Cómo generar ideas creativas y revolucionarias que modifiquen las condiciones de la población urbana si perdemos una buena parte de nuestra masa humana en etapa productiva.

El fenómeno se multiplica y afecta sectores de la vida urbana que no somos capaces de entender del todo. Durante los últimos tiempos nos hemos dedicado a tratar de establecer proyectos de equipamiento urbano en barrios periféricos y pobres. Para llevarlos a cabo acudimos a las formas de organización tradicional representadas por tequios a la hora de ejecutar las diversas acciones.

Grande fue nuestra sorpresa cuando constatamos que a estos llamados, el 80 % más o menos de quienes acuden son mujeres. De estas un gran número son madres solteras, jefas de familia o en situación de abandono de facto por parte de la pareja.

Es pronto para asegurarlo, pero no sorprendería a nadie que entre aquel flujo de 700 000 personas que han abandonado el estado en los últimos años hubiera salido algún miembro de las familias con las que nos ha tocado trabajar en los proyectos en los que hemos trabajado. Pero tampoco sería una sorpresa para nadie si esto sucediera.

Otras veces en esta columna hemos mencionado que el principal valor con que cuenta una ciudad para enfrentar los retos que el futuro trae, es su capital humano. Personas jóvenes y en edad productiva que permeen en las diversas capas de la sociedad para proponer salidas y nuevas soluciones a los retos cada vez más claros que las urbes enfrentan.

Medio ambiente, competitividad, competencia global, movilidad sustentable, reindustrialización, son temas de los que se habla de manera contundente en otras latitudes y donde las urbes están trabajando profundamente. Tampoco se asusten si descubrimos –como lo hemos hecho ya—a jóvenes oaxaqueños participando en la mejora y transformación de otras urbes distintas a las suyas.

Las urbes necesitan captar gente creativa, no perder su propia fuerza local. Resulta indispensable detener ese sangrado, abrir opciones, mejorar las condiciones para que nuestra gente permanezca en el estado y la ciudad. Pero esto sólo será posible si abrimos nuevas oportunidades, mejoramos la estabilidad y ofrecemos una razón que los convenza que vale la pena estar aquí.