Archivo mensual noviembre 27, 2014

La ciudad de los relatos: estudiar y proyectar los lugares a partir de la narrativa

Entender la ciudad por sus relatos

Como parte del tercer módulo del 4º Seminario de Urbanismo dedicado a los Mercados Públicos, la arquitecta-urbanista veracruzana Harmida Rubio impartirá la conferencia La ciudad de los relatos: estudiar y proyectar los lugares a partir de la narrativa en Casa de la Ciudad.

¿Cómo es posible entender y proyectar la ciudad del siglo XXI, que se transforma permanentemente y en la cual ya no se puede hablar de únicas verdades?

Esta y otras preguntas tendrán respuesta en esta conferencia, donde se hablará sobre cómo observar la ciudad, no sólo desde su esfera espacial, sino también desde la temporal; vinculando la narrativa con la arquitectura y el urbanismo, a fin de entender cómo se habitan y se construyen sus lugares. A partir de relatos se explorarán alternativas que nos lleven a entender y diseñar esta ciudad contemporánea escurridiza y creativa.

Harmida Rubio es arquitecta por la Universidad Veracruzana. Cuenta con un máster en Proyectación Urbanística por la Universidad Politécnica de Catalunya y actualmente realiza el doctorado en Diseño dentro de la línea Estudios Urbanos por la UAM Azcapotzalco en el Distrito Federal. Es narradora a partir de diversos cursos de creación literaria, fotografía y de viajes por distintas ciudades. Ha publicado cuentos y crónicas urbanas en medios impresos y virtuales y realizado exposiciones fotográficas-literarias y videos acerca de la arquitectura y la ciudad desde una mirada narrativa.

La conferencia, de entrada libre, se llevará a cabo el día viernes 28 de noviembre, a las 19:00 horas.

El 4º Seminario de Urbanismo: Mercados Públicos es un proyecto impulsado por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), a través de Casa de la Ciudad y la Facultad de Arquitectura CU de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Tiene como sede la Casa de la Ciudad.

Anarquismo y ciudad I

La ciudad, prácticamente desde sus inicios, y quizás esto sea parte de lo que le da origen, ha sido seno de diálogos sociales. Las congregaciones humanas terminan convirtiéndose, casi siempre, en espacios de discusión, análisis, conflicto, resolución. Resulta normal así, la construcción de distintas líneas de pensamiento, que suelen coexistir, a veces de manera muy estrecha, en el complejo organismo que es la urbe.

Desde las ciudades griegas, con sus distintas líneas de pensamiento filosófico, que han trascendido hasta la actualidad, pasando por sinnúmero de movimientos sociales a través de los siglos, la urbe es y debe ser el lugar donde el debate se abre y se resuelve.

La ciudad no es un invento nuevo. Hoy sabemos que las primeras urbanizaciones datan de entre diez mil, o quizás, hasta veinte mil años de antigüedad. La ciudad moderna, que hoy podemos relacionar con nuestro modo de vida, está vinculada al proceso de industrialización del planeta en el siglo XIX, que si bien había venido sucediendo tímidamente en el XVIII por Europa, no sería hasta cien años después, que se desataría la creación de maquinarias más complejas.

Es decir que, las urbes modernas y la industria aparecieron casi a la par en la faz de la tierra. Con ellas, surgieron miles o millones de personas, que abandonaron el modo de vida rural que habían practicado sus antepasados por generaciones, para adoptar uno urbano.

En ese momento, se gestaría el ascenso de un nuevo orden social, que rápidamente se sobrepondría a la aristocracia dominante: la burguesía, compuesta por industriales y comerciantes. Con este cambio, también fue necesaria una nueva forma de organización, que les permitiera manejar la masa de personas, que no formaba parte de este nuevo grupo o de aquel que les había precedido. Así surgió entonces el proletariado.

Esta nueva estirpe de seres humanos era la mano de obra que hacía funcionar el sistema industrial. Sin embargo, sus condiciones de vida, por largo tiempo, fueron muy adversas, lo que produjo una inconformidad, que se extendió rápidamente por las calles de las comprimidas y hacinadas urbes.

Muchas fueron las líneas de pensamiento que sumaban al proletario a un escenario de mayor equilibrio en las ciudades. Serían dos, sin embargo, las que emergerían, e incluso se enfrentarían a lo largo de la historia. Por un lado, el pensamiento comunista, y por otro el anarquista, darían paso a nuevas formas de organización social, que se extenderían por muchos años, hasta llegar a nuestro tiempo.

Ambas estructuras de pensamiento son, sobre todo, urbanas. Resultaron del conflicto entre clases y fuerzas productivas, que se centraban en las ciudades que aprendían a ser modernas.

Los escritos de Marx y Engels, así como su Manifiesto del Partido Comunista, surgieron del análisis que hacían estos dos burgueses de la condición que padecía la clase proletaria. Mientras tanto, otra alternativa se gestaba; una que nacía de una corriente de pensadores, que recuperaba desde hace muchos siglos el cuestionamiento sobre la pertinencia del Estado y la propiedad privada. Resulta casi obvio, que en un momento como el que se vivía, al inicio de la era industrial, este movimiento tomara sentido.

A diferencia del comunismo, el anarquismo nunca tuvo una ”biblia”. Su estructura misma se basaba en un principio: la libertad de pensamiento dentro de una serie de valores, que representaban la igualdad y el bienestar común. Esta visión fraguó con éxito entre los movimientos obreros, que se revelaban ante la explotación generalizada que se vivía en las ciudades de finales del siglo XIX, e inicios del XX, en ambos lados del Atlántico.

El pensamiento anarquista se basa, contrario a lo que se pretende demostrar en nuestros tiempos, en un muy elevado nivel de conciencia y bienestar común, así como  el respeto a los haberes públicos. Aunque rechaza la construcción de un Estado centralizado –cosa que lo separa evidentemente del comunismo–, significa también una necesaria integración con la sociedad.

El anarquismo ha estado presente, a veces sin darnos cuenta, a lo largo de la vida de nuestras ciudades. No debemos dejarnos confundir por actos, que ocultan el verdadero significado de su papel en la vida urbana de nuestra sociedad. La ciudad y el movimiento anarquista conviven simbióticamente desde el origen de la ciudad moderna, y resulta importante revisar esta relación.

 

@tavomad

La Calzada Porfirio Díaz y el tiempo actual

La ciudad de Oaxaca es un espacio urbano muy peculiar, que contiene a la escala central y ampliada con varias particularidades. Se parece a muchas ciudades de México, pero no es igual a ninguna. El territorio y los procesos sociales que le han dado origen desde tiempos milenarios, han creado un tejido urbano, donde es posible encontrar incluso algunas singularidades.

Dentro de éstas, hay una que define, en parte, el concepto de centralidad en la ciudad, y que a su vez, está estrechamente ligado con la historia de la conformación urbana contemporánea. Se trata de la relación entre el Centro Histórico, el norte de la ciudad y el lado poniente de la colonia Reforma. Sucede que esta relación se explica, en mucho, desde la existencia de una calle en particular, denominada actualmente: Calzada Porfirio Díaz.

Esta calzada ha sido parte del proceso de expansión de la ciudad formal de principios del siglo XX, aunque sus primeros esbozos se pueden percibir en algunos planos de finales del XIX. Este eje de estilo clásico, en su concepción, pretendía comunicar el casco de la hacienda de Aguilera y el nuevo desarrollo urbano regular, de lo que hoy llamamos colonia Reforma, pero que hasta mediados del siglo XX no tuvo un nombre determinado.

La Calzada vino también a dar continuidad al viejo camino a San Felipe, que transitaba más bien por el barrio de Xochimilco, acompañando el antiguo acueducto. De forma que esta Calzada, si bien retomaba un trazado preexistente, emergió como un nuevo eje que comunicaba la parte antigua y “moderna” de la ciudad, lo que abriría un temprano modelo de expansión, esta vez, en la forma de un ensanchamiento del Centro Histórico, al estilo como había sucedido en Europa más o menos medio siglo antes.

Como podríamos suponer, este temprano origen de la Calzada no estaba pensada para el flujo de vehículos de motor; de hecho, ni siquiera circulaba por allí en viejo tranvía, que por eso tiempos se desplazaba desde la Alameda del León hasta San Felipe del Agua. Éste tomaba una ruta en diagonal desde el barrio de Jalatlaco hasta la parte oriente de la Hacienda de Aguilera y luego a San Felipe.

Así, esta Calzada fue pensada y usada en sus inicios, más bien como un paseo, un eje dedicado a los carros tirados por animales, a las personas montadas a caballos, pero sobre todo, a los paseantes. En la Calzada Porfirio Díaz, incluso ya en la etapa posterior a la Revolución y hasta mediados del siglo XX, se podía apreciar esta tendencia, por ejemplo, en el elaborado mobiliario urbano, que sobre el eje se ubicó, y del cual quedan algunos ejemplos de estilo Art Decó Nacionalista sobre la propia Calzada.

Al paso del tiempo y con la entrada del transporte motorizado en la ciudad, este paseo se convirtió de a poco en un eje vial, sobre el que circulaban más y más vehículos motorizados, que poco a poco, transformaron su vocación. Con el crecimiento expansivo posterior de la ciudad, sobre todo en el lado norte, a lo largo de la cordillera montañosa, el nivel de demanda se incrementó, hasta saturar el eje a los niveles que hoy podemos contemplar.

Actualmente la Calzada y lo que le bordea, presenta una configuración urbana muy distinta. El antiguo paseo rural y las grandes propiedades, han dado lugar a un esquema  mucho más apretado, caracterizado por una densidad media, y una vocación comercial y de servicios. Sin embargo, en un segundo plano, persiste el uso de suelo residencial.

Esta mezcla de actividades económicas y residentes es por mucho, el verdadero valor y potencial de esta Calzada; que sin embargo, ha sido poco reconocido y explotado en la actualidad, pero que vale la pena replantear y entender.

En fechas recientes, se ha presentado una serie de iniciativas para recuperar este eje y dotarle de un nuevo perfil, lo que sin duda, resultará bastante complejo. Hay muchos factores a considerar y será difícil darle igual importancia a cada uno. También existen residentes interesados en el bienestar de su comunidad, dispuestos a participar.

El reto en éste y otros proyectos de escala urbana, será construir una alternativa viable y condensada, que dé lugar a distintos puntos de vista, pero donde antes como ahora, el principal actor a considerar en la ciudad, sea la escala humana y sus particularidades.

 

@gustavo_madridv

Mercados y proyectos para los productos alimentarios locales en Oaxaca: espacios de resistencia al régimen mundial de comida

Comer sano y local en Oaxaca, un movimiento de resistencia

En una conferencia en Casa de la Ciudad se abordará la importancia que actores, proyectos, espacios y propuestas locales tienen para resistir a las formas de comer modernas y globales

La creación de un mercado de consumidores consciente y de espacios para la promoción y producción de alimentos locales está generando nuevos hábitos alimenticios, otras miradas al ámbito alimentario local y novedosas relaciones sociales que incluyen a diversos actores, prácticas y discursos novedosos.

En la ciudad de Oaxaca se está configurando un movimiento que privilegia la producción y el consumo locales, que está apuntando a garantizar el acceso de la población a una mejor calidad de los alimentos que consume a precios justos tanto para el productor como para el consumidor, y a promover que la gente asuma la responsabilidad de producir parte de su alimentación.

La conferencia Mercados y proyectos para los productos alimentarios locales en Oaxaca: espacios de resistencia al régimen mundial de comida será impartida por la investigadora Charlynne Curiel este viernes 14 de noviembre a las 19:00 horas en Casa de la Ciudad.

Charlynne Curiel (Tijuana, Baja California, 1975) es antropóloga social. Realizó sus estudios de maestría y doctorado en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Occidente y en Wageningen University, Holanda respectivamente.

Desde 2012 es profesora-investigadora de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (IIS-UABJO). Funge como docente en la licenciatura en Antropología Social y la maestría en Sociología. Realiza investigación alrededor de la producción, promoción y consumo de alimentos locales en la ciudad de Oaxaca y coordina el primer huerto universitario con un grupo de estudiantes de la UABJO.

Esta conferencia forma parte de las actividades en el marco del Año de los Mercados de Casa de la Ciudad, una iniciativa de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO).