Ciudad Merced: proyección y presentación del proyecto
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Con motivo del año de los Mercados, inauguramos el ciclo «La ciudad en el cine: Mercados» con la proyección de un trabajo cinematográfico acerca de uno de los barrios con vocación comercial e identidad cultural más antiguos y emblemáticos de la ciudad de México: La Merced. Al finalizar, nos acompañará su director: Pablo Martínez Zárate, quien nos hablará del proyecto, el cual involucró a lo largo de tres años un trabajo de vinculación con la comunidad del barrio, a partir de talleres, intervenciones artísticas, un libro, un hipertexto y este documental.
Viernes 15 de agosto a las 19:00 hrs. Casa de la Ciudad. Entrada Libre.
Mayor información sobre el proyecto «Ciudad Merced» aquí: http://ciudadmerced.mx/
La cuenta atrás
La competencia por emerger
Mientras las ciudades siguen adquiriendo notoriedad a nivel mundial como el principal hábitat humano, resulta más que evidente que aquellas ciudades que logren dar un paso adelante en materia de productividad y competitividad, serán las que se impongan en concierto local y global.
Para conseguirlo se debe actuar en varios frentes, así lo han demostrado las urbes que han logrado trascender en los últimos tiempos, algunas despegando desde niveles muy bajos, como es el caso de ciudades asiáticas que hoy día dominan buena parte del comercio internacional. Los frentes son muy claros y en particular destacan dos: infraestructura y educación.
Estos dos componentes de la vida de las ciudades son fundamentales para el despegue de cualquier sociedad urbana. Porque en la actualidad, como ya lo hemos mencionado una y otra vez en esta columna, el principal capital de las ciudades es el humano. Pero cómo atraer y retener recursos humanos de alta calidad, si las ciudades no ofrecen buenos servicios y educación para los hijos de quienes pretendemos se queden en nuestras ciudades.
Pero tampoco se trata de cualquier modelo de infraestructura y cualquier modelo de educación, se trata de lograr modelos equilibrados que permitan el adecuado funcionar de las personas que pueblan una ciudad. Aquí es donde está el verdadero reto que debemos enfrentar si pretendemos que las ciudades trasciendan hacia un estado de bienestar superior.
Por desgracia para el caso de la ciudad de Oaxaca son estos dos componentes, de los que más adolece la ciudad y para las cuales en la actualidad se ven muy pocas perspectivas de mejora en el futuro cercano, a no ser que se inicie un proceso de transformación radical.
Obviando la realidad del sistema educativo del estado de Oaxaca, el cual hoy sólo los cómplices pueden negar que se trata de un sistema hecho pedazos y de los más ineficientes del país, queda por tratar el hecho de las infraestructuras.
Particularmente nos deberíamos fijar en aquéllas que permiten que la vida en la ciudad sea viable, es decir, las infraestructuras básicas: agua, electricidad drenaje. Actualmente no hay habitante de la ciudad que no reciba agua oscura en su domicilio, las plantas de tratamiento de aguas residuales en la ciudad siguen sin operar pese a años de denuncia y la red eléctrica y de telefonía se colapsan constantemente.
Pese a esto, años van, años vienen y muy pocas cosas cambian; mucho tiene que ver la falta de regulación sobre la ocupación del territorio, que va extendiendo la ciudad de forma desmedida, sin que nadie ponga un orden donde la generación espontánea de ciudad arrasa con todo. El orden es una necesidad imperante en las ciudades, sin éste no hay forma de obtener recursos para administrar una ciudad que crece en todas direcciones sin control.
Pese a la buena voluntad de la administración pública, es necesario entender que la estrategia para generar ciudades más ricas y organizadas pasa necesariamente por el manejo adecuado del territorio y la construcción de redes técnicas potentes.
Se requieren grandes inversiones para hacer eficientes los sistemas nerviosos que mantienen una ciudad funcionando a buen nivel, y de hecho esa ha sido la estrategia que han mantenido muchas ciudades que han logrado superar su adolescencia posmoderna. Mientras algunas ciudades anuncian planes megalomaniacos, otras se han centrado en la construcción de infraestructuras básicas de buen nivel y contener el crecimiento de la ciudad, lo que ha resultado en una gran inversión.
Los casos se repiten por todo el mundo, a un ritmo que sería complicado enumerar. Recientemente Hamburgo anunció que en 10 años su sistema de transporte público hará que nadie opte por el vehículo privado como alternativa. La solución: bajos costos de transporte y de alta calidad; la ganancia: bajas inversiones en mantenimiento de vialidades, reducción de emisiones contaminantes y bajos tiempos de recorrido.
La inversión que hará esta ciudad sólo se compara con los beneficios que obtendrá, porque ese es el resultado de una estrategia de planificación a largo plazo y no de soluciones inmediatas de las cuales están llenas las ciudades en México y que sin embargo, han resultado ser ineficientes. La pregunta es si el tiempo nos dará para posicionar nuestras ciudades ante el panorama global, por el bien de todos, más vale que así sea.
Por: Gustavo Madrid Vázquez
Sobre ciudades y parques temáticos
Los Lunes del Cerro
Cada año en la ciudad se vive un sobresalto producido por las llamadas fiestas del Lunes del Cerro o como se le denomina normalmente: la Guelaguetza. Esta tradición bastante forzada se convierte peligrosamente en un experimento social que transmite una serie de principios que habrá que atender con especial cuidado, y desde el personal punto de vista de quien escribe esta columna, incluso precaución.
Lo que se ha tratado de vender mediante la realización de esta festividad no es la idea de una sociedad que se moderniza y avanza hacia el estado de bienestar común. Ni siquiera es una proyección de un sistema de valores con el que la mayoría de la sociedad comulgue, se trata más bien de una manifestación cada vez más folclorista que genera un espejismo sobre lo que es una sociedad como la oaxaqueña en la actualidad.
Este hecho no sería de mayor importancia si no fuera porque se ha venido desarrollando una estrategia cada vez más armada para relacionar a la ciudad y a sus habitantes con este modelo de espectáculo, que reduce a las personas a una expresión mínima de lo que realmente son. Se trata de una construcción artificial sobre lo que pasa en el estado y en sus ciudades, cada día más parecida a una simulación.
Este año se llegó al extremo de las cosas con la campaña publicitaria que tuvo que ser modificada, la cual presentaba a los habitantes de la ciudad y a sus grupos étnicos como meros sirvientes de quienes vistan el estado y la ciudad. Una mirada muy oscura y poco pensada de lo que deberían ser las manifestaciones culturales contemporáneas.
Una ciudad que se asume a sí misma como un polo cultural, no es aquella que realiza más representaciones masivas de este u otro tipo de expresiones. Es aquella donde su población, quienes la habitan y la hacen funcionar, tiene acceso y relación continua con agentes culturales que incrementan su sensibilidad sobre los aspectos fundamentales de la cultura local y universal.
Las estrategias culturales de las ciudades no deben estar construías y basadas para un espectáculo de un día o una tarde, deberían estar fincadas en la construcción de una sociedad bien informada y educada con acceso a infraestructura y servicios de calidad.
Esta confusión se hace más y más profunda y se llega al grado de dedicar grandes sumas de dinero para financiar festivales como éste, que sólo sobreviven por la inyección de grandes cantidades de dinero público. Se ha presumido que la ciudad de Oaxaca tiene una estrecha relación con las actividades turísticas, y desde allí se han justificado estas inversiones sin mucho sentido.
Sin embargo la realidad es otra, el aporte del turismo al PIB de la Zona Metropolitana de Oaxaca no llega al 4% del total, de acuerdo al Sistema de Cuentas Nacionales del INEGI, que está abierto para que cualquiera lo consulte. Otros sectores, como el de los servicios de salud privados, aportan más que este sector en particular a la vida de la ciudad. Sin embargo, la obsesión con la Guelaguetza obvia todos estos hechos.
Imaginemos que pasaría si una parte de los millones que se gastan en este festival, se dedicara a generar equipamiento cultural en barrios y colonias. Mismos, que dicho sea de paso, carecen de esta oferta de servicios y actividades, pese a ser donde habita más del 90% de la población. Población que permanece apartada de las expresiones folclóricas de la Guelaguetza y que difícilmente se podría ver identificada con ellas.
Las ciudades no pueden y no deben convertirse en parques temáticos de ningún tipo; una cosa es organizar un festival de cualquier tipo, y otra generar un ambiente de simulación generalizado. Sobre todo cuando la emergencia que se vive en la periferia es constante: inseguridad, falta de servicios básicos, escuelas, informalidad en el empleo, y en general, falta de opciones.
Si bien es necesario dar lugar a las expresiones culturales, incluso las que representa la Guelaguetza en la ciudad, no se puede centrar toda la estrategia de gestión cultural y de impulso económico de la ciudad en este acontecimiento. Resulta altamente importante poner este evento en su justa medida, como una celebración que hace 50 años ni siquiera existía, pero que en sí, no resuelve el rezago en materia de cultura y crisis económica que enfrenta la ciudad desde hace tiempo.
Por: Gustavo Madrid Vázquez
Isla Urbana
Forevers profesionales
Llevar el diseño industrial a sectores para los cuales muy pocos diseñan, aquellos de escasos recursos, fue el interés que movió a Enrique Lomnitz y a su compañera de carrera y socia Renata Fenton a explorar contextos urbanos con grandes carencias en México, como las zonas altas de Tlalpan en el Distrito Federal, para identificar problemáticas y tratar de buscar soluciones de desarrollo sostenible a través del diseño.
Se encontraron con uno de los retos más grandes que enfrentan las ciudades hoy en día y claramente en el futuro: el acceso al agua. A través de un profundo entendimiento de este problema y de una sencilla lógica: la provisión natural, abundante en muchos casos e involuntaria del agua de lluvia como solución a la escasez y a la precariedad de los sistemas de suministro de agua, es que comenzó su exploración en el diseño de sistemas de captación de agua de lluvia para consumo humano.
En 2009 fundaron Isla Urbana para, a través de un trabajo colectivo, tratar de encontrar la forma de elevar la calidad del agua captada, mejorar su accesibilidad y adaptación a distintos tipos de viviendas de escasos recursos. Así lograron implementarlo, en su sistema más común, a través de cisternas nuevas o aprovechando las existentes, un separador de primeras aguas y una serie de filtros para limpiar el agua de lluvia hasta hacerla 100% potable.
Isla Urbana ha logrado desde entonces quitarle a las ecotecnias la idea de lo rudimentario y artesanal al elevar su nivel de diseño y llevarlo a cabo de manera profesional. Sin embargo, también ha encontrado el equilibrio en estos sistemas, al ser una tecnología aún abarcable económica y técnicamente para ser transportada e instalada en diversas comunidades con este tipo de complicaciones.
Claro que su preocupación ha ido más allá de hacer funcionales estos sistemas y de proveer de un servicio de abastecimiento de agua. Cómo trabajar con los habitantes de las comunidades para realmente generar un entendimiento y un reconocimiento desde lo más profundo y hacer que la captación de lluvia penetre, es la labor paralela de exploración que ha realizado Isla Urbana en colaboración con artistas, técnicos, teatreros, sociólogos, diseñadores y voluntarios.
Primero en la Sierra Huichol, a la par de la instalación de los sistemas de captación, se realizó un trabajo comunitario y social más amplio; se realizaron talleres de arte, proyecciones de cine, baile, teatro y juego, logrando establecer una diálogo profundo con la comunidad de niños y adultos. De esta forma, los colaboradores notaron cómo podían trascender las diferencias, pudiendo entonces abordar temas como la higiene y la salud en cuestión del agua y cumplir con el objetivo de que las personas aprendieran a querer su sistema, a mantenerlo y a operarlo.
El ímpetu por hacer esta experiencia replicable, pensando en que existen otros 10 millones de personas en el país que viven en condiciones similares, teniendo que acarrear agua de los ríos, llevó a Isla Urbana a comenzar a hacer tours de instalación de sistemas de captación de agua de lluvia y foreverez profesional, como lo llama el mismo Enrique de cariño para hacer ver la importancia y la eficacia para la adopción profunda de estos sistemas, de un trabajo de empatía, resiliencia y procesos sensibles, para lograr que las ecotecnias se integren y se vuelvan parte de lo que los habitantes quieren desde lo más profundo para su comunidad.
Después de comprarle un camión escolar a una familia hippie en el estado de Nayarit, el Paz Paz Bus, y hacerlo enchular por un colectivo de amigos graffiteros de Chimalhuacán en Cd. Neza, Distrito Federal, un equipo interdisciplinario de artistas, diseñadores y técnicos cargó los sistemas de captación y comenzaron a principios del 2014 una gira por el Valle del Mezquital en el Estado de Hidalgo. Con financiamiento de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales delegación Hidalgo, instalaron 106 sistemas de captación de agua de lluvia, 106 sistemas de aguas grises por medio de biofiltros, 50 biodigestores para propietarios de animales de traspatio, impartieron 65 talleres de educación ambiental y sustentabilidad, dieron 10 capacitaciones comunitarias, 20 representaciones de teatro, 20 noches de cine, 36 cisternas pintadas, 3 murales pintados y 2 conciertos.
Para Enrique “la misión es lograr un impacto muy profundo en las comunidades que trabajamos, que abarque desde las necesidades materiales y concretas como el agua, a las necesidades radicales cualitativas como estas experiencias de convivio y empatía.”
Y el tour del Paz Paz Bus sigue. Le haremos la parada en Oaxaca.
Por: Luciana Renner