La cuenta atrás

La cuenta atrás

La competencia por emerger

Mientras las ciudades siguen adquiriendo notoriedad a nivel mundial como el principal hábitat humano, resulta más que evidente que aquellas ciudades que logren dar un paso adelante en materia de productividad y competitividad, serán las que se impongan en concierto local y global.

Para conseguirlo se debe actuar en varios frentes, así lo han demostrado las urbes que han logrado trascender en los últimos tiempos, algunas despegando desde niveles muy bajos, como es el caso de ciudades asiáticas que hoy día dominan buena parte del comercio internacional. Los frentes son muy claros y en particular destacan dos: infraestructura y educación.

Estos dos componentes de la vida de las ciudades son fundamentales para el despegue de cualquier sociedad urbana. Porque en la actualidad, como ya lo hemos mencionado una y otra vez en esta columna, el principal capital de las ciudades es el humano. Pero cómo atraer y retener recursos humanos de alta calidad, si las ciudades no ofrecen buenos servicios y educación para los hijos de quienes pretendemos se queden en nuestras ciudades.

Pero tampoco se trata de cualquier modelo de infraestructura y cualquier modelo de educación, se trata de lograr modelos equilibrados que permitan el adecuado funcionar de las personas que pueblan una ciudad. Aquí es donde está el verdadero reto que debemos enfrentar si pretendemos que las ciudades trasciendan hacia un estado de bienestar superior.

Por desgracia para el caso de la ciudad de Oaxaca son estos dos componentes, de los que más adolece la ciudad y para las cuales en la actualidad se ven muy pocas perspectivas de mejora en el futuro cercano, a no ser que se inicie un proceso de transformación radical.

Obviando la realidad del sistema educativo del estado de Oaxaca, el cual hoy sólo los cómplices pueden negar que se trata de un sistema hecho pedazos y de los más ineficientes del país, queda por tratar el hecho de las infraestructuras.

Particularmente nos deberíamos fijar en aquéllas que permiten que la vida en la ciudad sea viable, es decir, las infraestructuras básicas: agua, electricidad drenaje. Actualmente no hay habitante de la ciudad que no reciba agua oscura en su domicilio, las plantas de tratamiento de aguas residuales en la ciudad siguen sin operar pese a años de denuncia y la red eléctrica y de telefonía se colapsan constantemente.

Pese a esto, años van, años vienen y muy pocas cosas cambian; mucho tiene que ver la falta de regulación sobre la ocupación del territorio, que va extendiendo la ciudad de forma desmedida, sin que nadie ponga un orden donde la generación espontánea de ciudad arrasa con todo. El orden es una necesidad imperante en las ciudades, sin éste no hay forma de obtener recursos para administrar una ciudad que crece en todas direcciones sin control.

Pese a la buena voluntad de la administración pública, es necesario entender que la estrategia para generar ciudades más ricas y organizadas pasa necesariamente por el manejo adecuado del territorio y la construcción de redes técnicas potentes.

Se requieren grandes inversiones para hacer eficientes los sistemas nerviosos que mantienen una ciudad funcionando a buen nivel, y de hecho esa ha sido la estrategia que han mantenido muchas ciudades que han logrado superar su adolescencia posmoderna. Mientras algunas ciudades anuncian planes megalomaniacos, otras se han centrado en la construcción de infraestructuras básicas de buen nivel y contener el crecimiento de la ciudad, lo que ha resultado en una gran inversión.

Los casos se repiten por todo el mundo, a un ritmo que sería complicado enumerar. Recientemente Hamburgo anunció que en 10 años su sistema de transporte público hará que nadie opte por el vehículo privado como alternativa. La solución: bajos costos de transporte y de alta calidad; la ganancia: bajas inversiones en mantenimiento de vialidades, reducción de emisiones contaminantes y bajos tiempos de recorrido.

La inversión que hará esta ciudad sólo se compara con los beneficios que obtendrá, porque ese es el resultado de una estrategia de planificación a largo plazo y no de soluciones inmediatas de las cuales están llenas las ciudades en México y que sin embargo, han resultado ser ineficientes. La pregunta es si el tiempo nos dará para posicionar nuestras ciudades ante el panorama global, por el bien de todos, más vale que así sea.

 

Por: Gustavo Madrid Vázquez

Casa de la Ciudad