Búsqueda del tesoro
Búsqueda del tesoro
Si en estas vacaciones viajas a algún parque, bosque o cualquier otro lugar en la naturaleza, te invitamos a realizar las siguientes actividades con las cuales te vas a divertir y además vas a aprender mucho sobre el mundo que nos rodea. Si te quedas en Oaxaca, también las puedes hacer en algún parque o jardín.
Haz una lista de objetos que puedas encontrar en el área que estás visitando. Cuando salgas a explorar, trata de encontrar los más que puedas. Si viajas con varias personas pueden hacerlo en forma de concurso, el que termine primero, gana un premio.
Te mostramos algunos ejemplos:
* flores
* una rama en forma de “y”
* hojas de diferentes formas y colores
* río o arroyo
* un trébol
* semillas
* un nido
* basura
* un árbol floreando
* una piedra de forma interesante
* huellas de animales
* un gusano, una ardilla, una mariposa, un pájaro, una hormiga, un escarabajo, etc.
* una telaraña
También puedes recostarte, cerrar los ojos y escuchar los sonidos de la naturaleza como el viento moviendo las hojas, el agua corriendo, los cantos de los pájaros, etc. Cuenta cuántos puedes identificar.
Otra forma de hacer la búsqueda del tesoro es tomando fotos de los objetos en tu lista, o dibujándolos. Siempre recuerda no alejarte de tu familia y respetar el espacio en el que estés. No cortes hojas o plantas ni lastimes a insectos y animales. Recuerda que todos somos parte de la naturaleza.
¡Felices vacaciones!
Los ríos
Los ríos
Esas arterias que mueren lentamente
En fechas recientes se celebró a nivel mundial el Día Internacional de los Ríos. Esta efeméride, que nos recuerda la estrecha relación histórica que mantenemos con estos elementos de la geografía física del planeta, debería en nuestro contexto local adquirir un sentido más que crítico.
Sobra decir que la existencia y prevalecía de la sociedad entera se relaciona directamente a nuestra relación con el agua. Pero en particular con estos afluentes de los cuales nuestras ciudades han succionado vida por generaciones.
En el territorio de los Valles Centrales de Oaxaca la existencia de un gran número de cordilleras montañosas y afluentes que se derraman desde ellas ha constituido tres cuencas fluviales que precisamente alojan dos grandes ríos: el Atoyac y el Salado. Ambos, en la actualidad, representan una desgracia a nivel ecológico y un recordatorio de que nada o muy poco hemos aprendido de nuestras experiencias pasadas.
Cada día mediante un sistema de drenaje que no llega a ningún lado –cuando menos no a dónde debería- se derraman en lo que son ríos vivos cientos de miles de litros de agua sucia, sin ninguna consideración. Se trata de los residuos de casi un millón de personas que terminan de una u otra manera, bajo este o aquel esquema, contaminando aquello sin lo cual la vida es imposible.
De esta manera se cierra un triste ciclo hídrico que arranca con la captación de agua en sierras cada vez más deforestadas, agua que se desplaza por arroyos urbanizados que se usan para vaciar desechos para luego ser depositada, mediante filtración en mantos freáticos, desde donde se le bombea para hacerla llegar a nuestras casas sin apenas tratamiento.
Es así como llega a un gran número de las viviendas de la ciudad de Oaxaca un agua turbia y oscura, la cual aceptamos sin apenas queja y que devolvemos al río en forma de aguas negras –allí sí y sin lugar a dudas– sin haber sido tratado un sólo litro de agua antes de reintegrarlo al ecosistema.
Como resultado, estos afluentes en los que hace apenas una generación era posible acudir a bañarse, hoy en día son lugares pestilentes y focos de contaminación donde algunas voces poco lúcidas hablan de su entubamiento.
La Ciudad de México, que actualmente ocupa una importante extensión del Valle del Anáhuac, bajo el impulso del crecimiento demográfico y urbano de medidos del siglo XX optó por una política de confrontación con el agua, con los ríos. El resultado, tras más de seis ríos entubados e innumerables afluentes enterrados o extinguidos, es una crisis hidráulica contante que cuesta a todo el país miles de millones de pesos. En el DF, el costo real de un litro de agua entubada supera al de un litro de leche.
El agua debiera ser el eje de cualquier política pública seria que pretendiera resolver de fondo los problemas de cualquier sociedad. ¿Cómo generar una sociedad sana y fuerte si tiene que pelear por lo más básico para sobrevivir? Si lo que una vez fue un elemento sagrado dentro de nuestras culturas se ha convertido en un desecho que fluye por un eje fluvial al que a casi nadie respeta y para el cual apenas se obsequia una mirada melancólica.
Resulta urgente retomar el camino en este tema. Nuestra sociedad y su medio ambiente deben dejar de recibir trato de segunda para volverse el eje de todas nuestras transformaciones. Y no hay lugar mejor por donde iniciar este cambio que reconsiderando el papel de los ríos en nuestro presente y futuro.
Estos magníficos elementos de nuestro relieve que corren alejados de la mano del hombre muestran su potencia y grandeza enverdeciendo lo que serían páramos secos, irrigando los campos fértiles de los tres valles de Oaxaca, permitiendo hoy, como hace cientos de años, que nuestra sociedad y su economía se desarrollen trayendo bienestar y oportunidades allí por donde surca.
En un lugar donde cada día estamos acostumbrados a hablar de reivindicaciones sociales de todo tipo, donde lo mismo se lanza una proclama que se cierra una calle, hoy toca hacer nuestro propio llamado desesperado. Porque de nuevo, que reivindicación puede ser más justa y alcanzar a la comunidad por igual, sean ricos o pobres, avecindados o nativos, que el que un día podamos lo mismo beber el agua de la llave, que sumergirnos en las playas del Atoyac y el Salado, como lo hicieron los abuelos antes que nosotros.
GLORIETA LÁZARO CÁRDENAS PROYECTO
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La casa de todos
La casa de todos
Anónimo
Un día, unos jóvenes fueron al bosque a pasear. Después de comer, de regreso a casa, un pino les dijo:
-¿Quién tiró esa botella?
Todos se quedaron asombrados y no contestaban. Así que el pino señaló a uno de los jóvenes con sus ramas y le dijo:
-Fuiste tú.
Sus amigos lo miraron sorprendidos y el joven se disculpó diciendo:
-Sí. Yo fui. Quizás no debí de hacerlo…pero bueno, es una simple botella de plástico.
-Una simple botella –replicó el pino- que junto con otras botellas, papeles, botes, bolsas y desperdicios… Si todos hiciéramos igual, el bosque sería una pocilga.
-Tiene razón, señor pino –respondió uno de los jóvenes-. Muchos pocos hacen un mucho.
Cuando de regreso a casa cruzaron un riachuelo, éste le dijo a los jóvenes:
-¿Quién tiró este bote a mis aguas?
Todos callaron de nuevo, pero en seguida uno de ellos dijo:
-El domingo pasado yo arrojé un bote de refresco. No debí de hacerlo, desde luego, pero…
Y el río murmuró:
-Si todos hicieran igual, yo sería un lodazal.
Siguieron caminando de regreso a casa y al pasar cerca del mar éste les dijo:
-¿Quién enterró en la playa esta bolsa de plástico?
Nadie contestó, pero como el mar insistía, uno de ellos dijo:
-Yo lo he hecho alguna vez.
-Latas, bolsas de plástico… –replicó el mar- si todos hicieran igual, la playa sería un basurero.
Cuando llegaron a la ciudad, al pasar por la Plaza Mayor, dijo un gorrión que estaba en la rama de un árbol:
-¿Quién tiró ese papel al suelo?
-¿Ése? – preguntó un joven. Pero si es un papel muy pequeño.
-Da igual –replicó el gorrión. Quien arroja un papel pequeño es capaz de arrojar uno mayor.
Escuchó la conversación un gato que andaba por allí y le dijo a los jóvenes:
-El mundo es la casa de todos. Si cada uno de nosotros cuidamos el lugar donde estamos, todo el mundo estará limpio y será un lugar agradable para vivir.
Y tú, ¿qué haces para cuidar la casa de todos?