Transporte público en la ciudad IV
Inversión en infraestructura
Las ciudades necesitan moverse, esa es una realidad, su población demanda más y más formas de aproximarse a sus destinos, que suelen ser variados, de forma efectiva y segura. La decisión radica en que modelo de movilidad podemos ofrecer a quienes en las ciudades habitan.
La discusión se centra en que modelo de ciudad pretendemos construir y desarrollar, y que consecuencias acarrea este modelo para el futuro no sólo de las urbes y sus habitantes. Si no del planeta entero, las consecuencias de lo que hacemos en las ciudad se han trasladado de manera acelerada, en grandes problemas para el total de la población mundial.
Incluidas aquellas sociedades que no han entrado de lleno en la dinámica del consumo exacerbado, la demanda de recursos para hacer funcionar nuestros sistemas urbanos, empuja cada vez más a los países pobres a una situación más y más comprometida, poniendo en riesgo la sostenibilidad de los mismos.
Por estas causas es que resulta tan importante abordar la discusión de como queremos movilizar la vida en las ciudades. Pretender que podemos repetir modelos que han llevado nuestra situación ambiental al extremo puede resultar en una verdadera trampa de la cual resultará muy complicado escapar una vez que estamos sumidos en esta dinámica.
En ciudades que aun se encuentran en la adolescencia de la dinámica urbana como la nuestra, resulta aún más relevante centrarnos en este debate, de manera seria y oportuna.
Porqué puede ser que nos encontremos en el momento de escoger el modelo de ciudad que tendremos en las próximas décadas. Y esto se centra especialmente en un tema que resulta igualmente fundamental, para prever el desarrollo de la ciudad y sus cientos de miles de habitantes en sus diversas es calas.
Se trata de tomar una decisión apropósito de la infraestructura con que la ciudades como esta y otras de su estilo operarán en el futuro. Y como hemos mencionado en otros artículos de esta seria, la elección se centra en dos modelos, la ciudad del transporte colectivo, o la ciudad pro vehículo particular.
Cada uno de estos modelos nos demandará un tipo de infraestructura distinta y particular. Por un lado hablamos de hacer que las personas se movilicen de manera apropiada sin importar su clase o capacidad física. Y por otro nos abocaríamos a hacer que los vehículos de motor y sus propietarios se muevan más fácilmente.
Desde un punto de vista meramente técnico y basado en cientos de experiencias, la respuesta es muy obvia, deberíamos optar por modelo donde sean las personas las que viajen rápidamente. Pero lo cierto es que esta discusión se ha escapado de lo técnico y ha subido a lo político y económico.
Hoy en día muchas decisiones no se toman en función de lo que es mejor para la ciudad quienes aquí vivimos si no en que es mejor para determinado sector de la industria. Lo cual es un error de facto, lo cierto es que podemos encontrar un modelo donde todos salgan beneficiados, al tiempo que construimos infraestructuras más humanas y eficientes.
La discusión es entonces apropósito de como dar un giro a esta ambigua temática, para dirigimos a un modelo donde las inversiones sean eficientes, las personas cuentan con sistemas de transporte eficientes y económicos y se genera riqueza a partir del buen funcionamiento de la ciudad.
Parece mucho pedir pero cualquiera que haya estado en el inicio de su una nueva era se ha hecho la mismas preguntas, algunas lo han logrado, otras no, pero ese es el gran reto.