Reforestación FAHHO 2014
La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, en colaboración con la Casa de la Ciudad, el Ayuntamiento de Santa María del Tule, el Municipio de Tlalixtac de Cabrera, el Gobierno del Estado de Oaxaca por medio de la COPLADE y Mundo Ceiba invitan a la Reforestación 2014 el próximo domingo 29 de junio de las 9:00 a las 12:00 hrs.
La reforestación tiene como intención sembrar árboles a lo largo de la nueva ciclopista al Tule. Convocamos a todo el público a unirse a esta iniciativa llevando su pala.
El punto de reunión será el Arco azul del Tule. Invitamos a toda la comunidad a asistir acompañados de sus familiares y amigos. Al finalizar el evento habrá una convivencia.
El juego de la bolita I
Transporte público
Un fenómeno se ha hecho común en los últimos tiempos de la vida política de nuestro país, la burocracia se ha multiplicado increíblemente incrementando por consiguiente su costo. Según estudios del CIDE una media del 50 por ciento del dinero público en municipios se dedica al pago de nómina y operación, aunque los hay los que gastan un 80 %. Lo que limita la capacidad de estos de realizar inversiones por ejemplo en infraestructura básica.
Aparecen cada tanto distintas instituciones, de ámbito municipal, estatal y federal, que en teoría están avocados a cubrir los mismos temas; medio ambiente, manejo del agua, transporte, etc. Lo curioso es que parece que esta duplicidad de cargos no ha servido de mucho para confrontar los retos que enfrentan la sociedad y en particular aquellos que aquejan las ciudades.
Por el contrarío, muchas veces debido a las cautelas y mediciones políticas, parece que quienes deberían trabajar en el mismo sentido se abandonan unos a otra y muchas veces incluso se trastocan.
Un hecho reciente da muestra de eso y sorprende de sobremanera, el Cabildo de la ciudad, ante las distintas confrontaciones que ha suscitado prestadores de servicio del transporte público llama al Secretario de transporte del gobierno estatal a dar cuentas sobre el estado de las cosas al tiempo que este –el Cabildo– se desmarcan de esta problemática.
Sorprende de sobremanera esta actitud escuchada de múltiples miembros de la administración municipal, sobre todo en el seno del Cabildo, órgano que esta constitucionalmente facultado para no sólo confrontar estos problemas. Si no para crear las herramientas legales que hagan falta para poner orden en la estructura del transporte en su demarcación, que es cierto al día de hoy se ha convertido más en un problema que en una solución para los habitantes de la ciudad.
Así lo establece nuestra constitución en su artículo 115, fracciones: II, III, V, en particular la fracción V dicta: Los Municipios en los términos de las Leyes Federales y Estatales relativas, tendrán facultades para: H) Intervenir en la formulación y aplicación de Programas de Trasporte Público de Pasajeros cuando aquellos afecten su ámbito territorial. Así también el artículo 131 brinda la formula para que los municipios actúen en la regulación de estos servicios.
Sin restar de ninguna manera responsabilidad a los encargados de Secretaría de Vialidad y Transporte del estado, los ciudadanos de a pié de esta ciudad no podemos consentir que nuestras administraciones den pasos de costado. Y se desmarquen de situaciones tan duras para su vida cotidiana como la que implica el mal servicio y golpeteo constante de algunos prestadores de este tipo de servicios.
Por el contrarío, lo que se requiere para enfrentar estas dificultades es una toma de responsabilidades colectiva y que nuestros servidores públicos asuman su función e inicien un proceso de dialogo con sus comunes, para dar solución a estas situaciones tan cítricas y cotidianas.
Se requiere superar el constante temor de los costos políticos y darse cuenta de la urgencia de ciertas situaciones que aquejan a la ciudad y sus habitantes. Hacer las alianzas que hagan falta, tomar las decisiones que sean requeridas y que nuestros servidores públicos actúen más como tales antes que como miembros tal o cual grupo o partido.
Reciente mente se hacia del conocimiento una encuesta –que si bien limitada– revelaba que hasta el 90 por ciento de los habitantes de la ciudad hacen uso del transporte público en la ciudad. Lo que significaría que lo que suceda en este sector afecta como consecuencia al 90 por ciento de la población, lo que debería ser lo suficientemente importante para hacer que la sociedad y sus gobiernos se pongan a trabajar profundamente sobre el tema.
De igual manera, debería ser un llamado para que los prestadores del servido y en particular sus líderes entren en un proceso de reflexión sobre la responsabilidad que compaña la concesión pública que ostentan. Poner contra las cuerdas a la ciudad una o dos veces a la semana no ayuda en nada a mejorarlas condiciones de vida de está y sus habitantes. Por el contrario, es una forma más de sumirla en la crisis económica y de valores que arrastra hace ya varios años.
En vez de desviar la mirada es necesario que todos nos involucremos un poco más en este problema, que hagamos un mejor seguimiento de la situación y como es que la abordan nuestros representantes, La población organizada tiene la capacidad de incidir en estas situaciones al igual que lo hacen los actores sociales que hasta ahora se han visto involucrados, por desgracia pocas veces en favor de la mayoría.
Haciendo oficial la doble fila
Solucionando el problema, con el problema.
Quienes caminen por la calle Reforma o Garcia Vigil estos días notarán un cambio notable en el paisaje que por evidente puede que no se identifique del todo. Se trata de la adecuación de cajones de estacionamiento en batería que el caso de G Vigil va desde el inicio del acueducto en el barrio de Xochimilco sur, hasta una calle antes de llegar al Zócalo de la ciudad.
Esta medida fue creada para permitir el mayor número de autos estacionados en sobre el flanco de la calle, por lo que la presencia de automóviles estacionados se ha incrementado de forma muy evidente, pero la medida implementada por transito municipal va aún más allá. En algunas partes de esta misma calle se ha implementado una fila extra de estacionamiento en el lado opuesto de la calle, ampliando aún más los cajones disponibles en dos filas.
Hace un par de semanas cuando el director de vialidad municipal anunció esta medida argumentaba que se establecía como una forma de combatir la doble fila de estacionamiento que se forma sobre estas y otras calles –el Imparcial 24 de marzo del 2014–. Sin embargo esta medida por el contrarío, no pone freno a la practica de la doble fila, si no que la hace oficial, se vuelve normativa y así los elementos de transito no tiene que preocuparse de ella, en las calles que la permitan.
Sorprende la forma tan poco meditada con la que se impone esta medida en una de las calles con mayor atractivo económico y patrimonial de la ciudad. Sorprende también como la afectación al paisaje urbano ha sido tan poco considerada, al grado que actualmente lo que podemos apreciar sobre G Vigil es la instauración de un gran estacionamiento público gratuito, que ocupa la mayor parte del perfil de la calle.
Hay varios argumentos a esgrimir en contra de esta medida, que si bien va destinada a resolver el problema de la falta de lugares de estacionamiento, termina generando un número mayor de conflictos.
De entrada están los evidentes, la sensación de que de a poco el centro de la ciudad se convierte en un estacionamiento público gratuito, que termina siendo una nueva forma de subsidio a los propietarios de vehículos. Lo que se vuelve una forma de incitación a que la gente compre más coches, si la gasolina esta subsidiada, los impuestos a su posesión se van eliminando y el estacionamiento gratuito se duplica, parece que tener un auto es una buena idea, el problema es donde acomodar este aumento de vehículos.
También están las afectaciones al transito, eliminar una fila de circulación para estacionar más autos, no genera ninguna alternativa al propio auto. Es decir, no se está eliminado un carril de circulación para ofrecer alguna otra alternativa, como un carril bici o mejorar las condiciones de movilidad peatonal. Simplemente se trata de un reacomodo dentro de la geometría de las calles de un mayor numero de vehículos parados, esto trae dos consecuencias inmediatas.
En el caso de la entrada y salida al cajón de estacionamiento, esta se hace desde dos direcciones, izquierda y derecha, lo que implica cortes a la vialidad por ambos lados. Por otro lado, la salida de los estacionados en batería se hace en reversa, lo que aumenta el número de puntos ciegos, incrementando las probabilidades de accidentes especialmente para peatones ciclistas y motociclistas, que desaparecen más rápidamente del cuadro visual.
Pero sobretodo, resulta triste ver como de nuevo se traza una política que va en contrasentido con lo que la lógica y la tendencia en movilidad marca para las ciudades en la actualidad, de nuevo quedamos fuera del ritmo de los avances en materia urbana. Mientras en ciudades de nuestro propio entorno se instauran parquímetros para reducir la presencia de autos en las fachadas de las calles, aquí se amplían espacios.
Si suponen que esta medida ayudará a la actividad turística o de servicios los estudios y experiencias previas señalan lo contrario, los espacios de estacionamiento suelen ser copados por propietarios de negocios y residentes locales lo que anula esta medida. Lo que realmente hace a una ciudad más eficiente y accesible comercialmente es que la gente pueda transitarla fácilmente y entrar a comprar libremente, eso esta ampliamente documentado y llevado a al practica en ciudades como el D.F.
Si esta medida se extiende mas allá de los límites que tiene en la actualidad las consecuencias para el paisaje y la vida de la ciudad pueden ser muy negativas. Atacar problemas en las ciudades con una visión que se reduce aun sólo aspecto de la misma es una practica poco rentable par la ciudad y sus habitantes. Solucionar un problema haciéndolo oficial equivale a evadir el problema de fondo, y aceptar que simplemente no se ha podido resolver.
Transporte y demanda
Hasta donde podemos llegar
Sin duda alguna un elemento central en la vida de la ciudad de Oaxaca tiene que ver con las opciones de transporte público que en la urbe operan y el nivel de demanda y servicio que de ellos esperamos.
Casi todos los habitantes de esta ciudad hoy con proporciones metropolitanas, hemos hecho uso de manera cotidiana o eventual de algún medio de transporte público. Nuestras actividades suelen desarrollarse en toda la geografía de la ciudad, trabajo, escuela, comercio ocio, las desarrollamos en prácticamente cualquier sector en la urbe, en parte por el impulso de nuestra dinámica cotidiana y en parte por falta de planeación en la ciudad pero eso es otro tema.
La suma de esto son literalmente cientos de miles de viajes diarios que se multiplican a medida que la ciudad se hace más compleja y su población joven entra en un rango de edad productivo.
Para resolver esta demanda se ha construido de manera intuitiva y sin mucha planeación un sistema de transporte compuesto por una diversidad de vehículos y modalidades que abarcan prácticamente todo el espectro disponible, con excepción de los sistemas masivos. La red de transporte público de la ciudad la componen, lo mismo autobuses, que mototaxis, suburbans, que taxis colectivos o locales.
En conjunto se ha construido una estructura de la que dependen para su sustento miles de familias sin que el sistema tenga algún sustento en particular que no sea la iniciativa o intereses de alguna de las asociaciones sociales que operan las concesiones.
El problema es que cuando un sistema crece en la forma en que ha crecido este, casi todo el peso de su operación cae al usuario. El exceso de recorridos, la falta de pasaje, el bajo rendimiento de los vehículos usados, son solventados desde el usuario, quién resulta cautivo de un sistema que no termina de ofrecerle el servicio que merece, pero del cuál se esta haciendo responsable casi en su totalidad.
En fechas recientes hemos dado cuenta en medios de comunicación, declaraciones y hasta amenazas a propósito de perdidas y bajos rendimientos de los concesionarios de transporte debido a las crispaciones sociales y el aumento en el costo de combustibles. Lo que puede ser cierto, hasta un cierto punto.
Lo que se extraña es que en ninguna de estas declaraciones llevara una sola frase de autocrítica. Ni una mención al mal estado de las unidades, a la falta de capacitación de los choferes, a la falta de respeto constante que muestran los cobradores, a las carreras urbanas que continuamente comparte, a las jornadas de trabajo que tiene que hacer los choferes y que supera o duplica el máximo autorizado.
De nuevo todo el peso de la problemática del sector pretende ser trasladado al usuario, mediante la solicitud de un nuevo aumento de tarifa, que se solicita cuando aún no se han cumplido los compromisos anteriormente adquiridos. De momento no se han reorientado rutas, los camiones siguen siendo alterados por su choferes y la seguridad en las unidades va en picada.
En el caso de los taxis seguimos siendo víctimas de la falta de un tarifario claro, de la mala atención de choferes y de la inseguridad del servicio. Ante esto el usuario esta desprotegido ante las poderosas asociaciones que apadrinan estos servicios y que superan el poder del simple consumidor, que no se ve en otro papel que el de acatar esta realidad.
¿Pero hasta dónde, que ha traído como consecuencia esta realidad? El resultado es casi obvio, la desestimación de los usuarios por el transporte público y un vuelco hacia el transporte privado. Lo que se convierte en un circulo vicioso que de a poco va golpeando la ciudad y su calidad de vida.
A medida que la población se motoriza de manera individual, el número de unidades se multiplica exponencialmente y con ellos los problemas que acarrean. Congestión vehicular, contaminación del medio ambiente, e incremento del estrés en las personas. La ciudad se orilla cada vez más hacia un estado de emergencia que amenaza su propia estabilidad.
Urge reflexionar en colectivo sobre esta situación, aceptar responsabilidades desde los distintos sectores involucrados e iniciar un proceso de cambio y transformación. En la situación actual que guarda la ciudad y sus habitantes no debería prevalecer un sistema de intereses minoritarios, si no el bien de la mayoría como antídoto a la falta de un sistema eficiente y justo.