Nuevos centros comerciales
No-lugares comunes
Los centros comerciales en las ciudades grandes y medias son en la actualidad una parte importante de su estructura urbana. Desde hace cuando menos un cuarto de siglo, estos espacios dedicados al consumo, han ido apareciendo con distintas estructuras y bajo condiciones diversas, creando polos comerciales donde la oferta de productos y marcas es la característica general.
Quizás no sea de conocimiento común, que el concepto de centro comercial tiene un antecedente muy distinto a lo que es hoy día. Actualmente las grandes superficies comerciales las caracterizan dos cosas: una mezcla de actividad comercial y ocio, y la existencia de grandes superficies de estacionamiento para vehículos motorizados, encargados de acercar a los usuarios.
Pero el concepto proviene de un origen mucho más cercano a la gente. Se trata de la adaptación de una calle o calles de la ciudad para convertirlas en un lugar cubierto, de forma que se facilitara la actividad comercial fuera de los horarios tradicionales, y sin importar las condiciones climáticas que imperaran en los lugares. Así surgieron las galerías comerciales.
Una de las primeras galerías de este tipo, fue la Vittorio Emanuele II en la ciudad de Milán, Italia de 1865, aunque las semillas de este concepto se habían plantado en Reino Unido y Europa central. Sin embargo, la galería Vittorio Emanuele II es un espacio que concentra muchos de los conceptos que darán origen a los centros comerciales modernos, y que se expanderán por el mundo en las décadas siguientes.
En la actualidad, la llegada de un centro comercial a determinadas locaciones significa muchas cosas; la aparición de un lugar atractivo en el entorno urbano, creación de infraestructura, la aparición de nuevos lugares de ocio, y la generación de empleos. Sin embargo, trae también otras consecuencias, como una enorme competencia al comercio local, los mercados tradicionales, la entrada al mercado del crédito de la población, y la creación de lugares con poca o nula identidad en lo cultural y social: un no-lugar.
Los centros comerciales tienen varias ventajas a la hora de ofrecer su oferta al consumo; entre éstas, la concentración de tiendas, comodidad para el estacionamiento, seguridad y horarios ampliados. Esto se logra mediante un modelo de negocio por franquicias, que se aleja del concepto de empresa familiar con el que opera mucho del comercio tradicional.
Sin embargo, no todo son ventajas, se pierde el trato humano cercano, se extraña los productos locales y a nivel de la gran economía, los centros comerciales facilitan la salida de divisas desde lo local, hacia las centrales de las empresas representadas en las grandes superficies. La cuestión es siempre cómo hacer un adecuado balance entre ventajas y desventajas.
Pero para aproximarnos al centro comercial desde una perspectiva meramente urbana en el caso de la ciudad de Oaxaca, el modelo del centro comercial ha resultado poco eficiente, cuando menos para la ciudad.
Se trata de lugares, a los que no se ha exigido minimizar el impacto urbano que representa su entrada en funcionamiento, sobre todo, en materia de conflictos viales y desgaste de las superficies de rodamiento. La infraestructura para transporte público resulta mínima o mal diseñada, y sobre todo, hay una nula preocupación por el peatón y el acceso peatonal a estos lugares.
La más reciente plaza inaugurada en la ciudad, por ejemplo, tiene como acceso principal una escalinata, que va desde la calle al vestíbulo del centro comercial, muy complicada de usar para gente con problemas de movilidad. Y aunque existe una forma para acceder por rampa mecánica o ascensor, significa caminar por la parte baja del complejo, desde una pequeña rampa, que no cumple con la norma de accesibilidad, además mal señalada y casi oculta detrás de la escalinata principal.
Pero quizás la mayor lacra en este aspecto, es la falta de un paso peatonal, que facilite el cruce de la carretera de forma segura. La situación se vuelve hasta irrisoria, cuando notamos que el paso peatonal, sólo permite hacer la mitad del recorrido, y una vez en el camellón, es imposible continuar hacia el otro lado, por lo que para evitar problemas, es necesaria la parecencia permanente de agentes viales en la zona, haciendo el papel de semáforos.
Las grandes superficies comerciales deben, como el resto de los habitantes y empresarios de la ciudad, tomar conciencia de las implicaciones que tiene la creación de nuevos espacios de carácter comercial en la ciudad. Garantizar que éstos, más allá de ser un lugar de oferta de productos, sean parte útil del tejido urbano, y sobre todo eficiente y práctico para los habitantes de la ciudad.
Por: Gustavo Madrid Vázquez