El cine urbano de la crisis. Una nueva mirada.
Conferencia “La Ciudad de México y el cine de la crisis: 1976-1988”
El investigador Hugo Lara Chávez contextualizó la filmografía mexicana en el periodo de crisis de las décadas de 1970 y 1980, en una conferencia impartida en Casa de la Ciudad.
Desde mediados del siglo XX, inmersos en un ambiente de desarrollo económico e industrial impulsado por la administración de Miguel Alemán (1946-1952), los realizadores de cine mexicanos optaron por retratar las historias acontecidas en la ciudad, dejando atrás el ámbito de vida rural. La ciudad se convirtió, poco a poco, en un personaje, un ambiente y un pretexto para el desarrollo de historias emergentes de la propia condición de la vida urbana.
Según Hugo Lara, por razones de centralismo político y económico, el cine mexicano se desarrolló a lo largo de estas décadas, como una industria en el Distrito Federal. Este hecho ha permitido que hasta hoy en día, prevalezca la imagen de esta megalópolis como la más retratada por el cine nacional.
En las décadas de los años setenta y ochenta del siglo XX en nuestro país, la ciudad manifestó transformaciones en el ámbito social, político, cultural y hasta sexual. El desmoronamiento del modelo económico conocido como el desarrollo estabilizador, gestado desde los años cincuenta, y la crisis del petróleo, causaron una fuerte devaluación en 1976 que sumergió al país en un estado de crisis generalizado.
El cine mantuvo su producción gracias a la permisividad temática por parte del gobierno, la cual fue aprovechada al máximo por los directores y productores privados para llevar a la pantalla temas como los albures, la vida nocturna, las ficheras (Bellas de noche, 1975 / Las ficheras, 1977 de Miguel M. Delgado) y la violencia. Sin embargo, los que establecieron los límites realmente, según explica Lara Chávez, fueron temas delicados como los asuntos de política interna.
Las películas registran las transformaciones en las modas, en el lenguaje y en los valores de consumo de una época. Lara Chávez afirmó que el cine de la crisis reveló los aspectos menos obvios de la Ciudad de México en términos políticos, sociales e ideológicos, y develó los signos de desgaste social anidados en historias de grandes urbes, como las pandillas de jóvenes inmersos en la crisis (La banda de los Panchitos, 1986 de Arturo Velasco) y temas motivo de estigmas sociales, como la infidelidad, el divorcio, las drogas, el sexo, la homosexualidad y el crimen. Muchas de ellas fueron tratadas de forma superficial y con ánimo aleccionador o morbo.
La filmografía urbana de esta época manifiesta una forma de relacionarse con los espacios de la ciudad, y como describe Hugo Lara: “en el cine del DF podría definirse una estética de la figura solitaria y melancólica que anda entre el bullicio, por el metro, por el mercado, por las calles. La soledad en medio de la multitud es aún más dramática”.
El cine está tradicionalmente asociado a los espacios de las grandes ciudades y sus conglomerados humanos y arquitectónicos. El cine mexicano ha explorado el cine cómico, melodramático, policiaco, etc. Los espacios públicos y la relación con los habitantes que se vinculan en él, ya sea por su entorno laboral, como por la convivencia multitudinaria, la gente de un mismo barrio, la vida urbana en soledad o los problemas generacionales comunes en los diversos sectores de la población.
Más de treinta años de distancia histórica con este período, concluye Lara Chávez, ha permitido voltear la mirada con curiosidad e interés nuevamente a él. Este cine, mal visto y menospreciado en su época y aunque en términos de calidad estética sus aportaciones hayan sido, muchos dirían, casi nulas, es ahora una valiosa fuente documental de carácter antropológico, sociológico, histórico y urbanístico,
Por: Luciana Renner