Exposición para conmemorar el XV aniversario del Jardín Etnobotánico de Oaxaca
Por Alejandro de Ávila Blomberg, Director
El Jardín Etnobotánico muestra en vivo cientos de especies de plantas, todas ellas originarias de Oaxaca. Comenzamos a plantarlas en julio de 1998. Las plantas provienen de diferentes regiones del Estado, tanto de climas áridos como húmedos, de las zonas tropicales bajas y de las áreas montañosas templadas y frías. El Jardín representa así la gran diversidad de climas, formaciones geológicas y tipos de vegetación que caracterizan a Oaxaca.
El Jardín forma parte del Centro Cultural Santo Domingo, que ocupa el antiguo convento que fue construido en los siglos XVI y XVII para los frailes dominicos. El terreno del Jardín fue parte de la antigua huerta del convento. Este espacio sirvió como cuartel de mediados del siglo XIX hasta 1994 y estuvo ocupado por dormitorios, estacionamientos, canchas deportivas y otras instalaciones militares. En la época colonial tuvo otros usos ligados a la vida del convento, como se puede apreciar en los vestigios que hemos restaurado al interior del Jardín: canales de riego y drenaje, estanques, hornos de cal, lavaderos de ropa, un horno de cerámica y una calzada empedrada para las carretas que abastecían alimento y combustible.
Estamos creando en este espacio un jardín botánico para mostrar en vivo las relaciones entre la vegetación y las culturas del Estado. Oaxaca no sólo es la entidad donde viven más grupos étnicos y donde se hablan más lenguas indígenas, es también el Estado donde existen más especies de plantas y animales. Muchas de ellas han dado inspiración estética y estímulo intelectual a las gentes de Oaxaca a lo largo de doce mil años, además de servir como comida, leña, fibras, medicinas, condimentos y colorantes. Estamos plantando en el Jardín una selección de esas especies; lo denominamos ETNObotánico porque las plantas que escogemos tienen un significado cultural. Además de colectar, plantar, cuidar y propagar plantas oaxaqueñas, en el Jardín Etnobotánico hacemos trabajo de investigación, de educación y de conservación de la flora del Estado. Contamos con un vivero, un banco de semillas, un herbario y una biblioteca especializada donde el público puede consultar información acerca de la flora, vegetación, ecología, historia natural y etnobiología de México y del mundo.
Al mostrar en vivo los nexos entre la diversidad biológica y la historia cultural de Oaxaca, el Jardín Etnobotánico complementa y enriquece al Museo de las Culturas de Oaxaca, la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa y la Hemeroteca Néstor Sánchez, que forman parte también del Centro Cultural Santo Domingo. Los trabajos de investigación, conservación y divulgación del Jardín se relacionan además con los programas de los museos de arte (Instituto de Artes Gráficas, Museo de Arte Contemporáneo, Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, Museo de Filatelia) y los museos comunitarios de Oaxaca. Esta colaboración cercana entre un jardín botánico, una biblioteca histórica y una red de museos inaugura una nueva forma de servicio cultural en México.
El Jardín en cifras:
- Superficie total del Jardín: 2,32 hectáreas
- Área plantada a la fecha: 2,10 hectáreas
- Total de ejemplares colectados a la fecha: 7,330
- Total de especies colectadas a la fecha: 915 (11% de la flora del Estado) las cuales representan: 474 géneros 140 familias botánicas
- Total de especies que planeamos plantar: cerca de 1,300
- Comunidades y ejidos que han proporcionado plantas, piedra y tierra al Jardín: más de 100
Atractivos sobresalientes del Jardín:
- Las formas, colores y texturas de las plantas que crecen en el Jardín contrastan armonicamente con la arquitectura del convento de Santo Domingo, construido con cantera verde. El agua que fluye a lo largo de un canal guía a los visitantes por todo el Jardín.
- El Maestro Francisco Toledo y el Maestro Luis Zárate, artistas plásticos oaxaqueños, encabezan el diseño del Jardín. El “Patio del Huaje” y la fuente “La Sangre de Mitla” son obra del Maestro Toledo. La fuente “Espejo de Cuanana” y las esculturas que modifican el nivel y la dirección del agua a lo largo del canal son del Maestro Zárate. El Jardín muestra también obras en madera y piedra de los artistas Jorge DuBon, José Villalobos y Jorge Yázpik.
- En el Jardín pueden verse los hornos de cal donde se preparó el mortero para construir el edificio de Santo Domingo, así como un horno de cerámica, y los baños y lavaderos de los novicios, vestigios arqueológicos que nos acercan a la vida cotidiana de los dominicos en el siglo XVII.
- Hemos plantado en el Jardín varias cícadas, plantas que evolucionaron hace más de 230 millones de años y florecieron durante el jurásico, era de los dinosaurios. Oaxaca cuenta con más de 20 especies de cícadas, la mayoría de ellas endémicas. Una de las cícadas del Jardín, que pertenece a la especie Dioon purpusii, fue colectada por el Maestro Casiano Conzatti, quien la trasplantó en su casa; cincuenta años después, sus nietos la donaron al Jardín.
- Una sección del Jardín está dedicada a las especies que crecen en Guilá Naquitz, cueva cerca de Mitla donde los arqueólogos encontraron restos de plantas usadas por los antiguos cazadores y recolectores. Entre ellas aparecieron semillas de calabaza cultivadas hace diez mil años, los indicios más tempranos de agricultura conocidos hasta ahora en toda América. En la misma cueva se encontraron los restos más antiguos de maíz reportados hasta la fecha, con cerca de siete mil años de edad.
- Quizá la planta que más atrae la atención de los visitantes del Jardín es una gran biznaga de la especie Echinocactus platyacanthus, que pesa más de 5 toneladas y ha crecido durante varios siglos; es posible que tenga ya mil años de edad. La rescatamos de un talud a lo largo de una carretera donde la biznaga iba a ser destruida por los deslaves.
Charla La construcción del invernadero en el Jardín Etnobotánico de Oaxaca
La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, A.C., a través de la Casa de la Ciudad, y en conjunto con el Jardín Etnobotánico de Oaxaca, invita a la charla La construcción del invernadero en el Jardín Etnobotánico de Oaxaca impartida por el arquitecto Francisco Martínez.
El invernadero, diseñado por el arquitecto Francisco González del despacho JAHN, consta de una estructura de acero y cristal dividida en dos cámaras (templada y cálida), y estará acondicionado con válvulas para riego y nebulizadores abastecidas por la cisterna pluvial del Jardín. Al interior del invernadero se presentarán de manera innovadora plantas epífitas y trepadoras.
El invernadero, cuya construcción está en proceso, aportará información valiosa no solamente para el cultivo de especies útiles para la regeneración ambiental, sino para la operación misma de un invernadero prototipo, con miras a incrementar la eficiencia energética y el ahorro de agua. En particular, el proyecto representa la primera ocasión en que se aprovechará en México un sistema de enfriamiento geotérmico, en lugar de los equipos convencionales de aire acondicionado.
Este espacio asimismo fortalecerá las labores culturales y educativas del Jardín, mostrando a los visitantes cientos de especies de plantas que representan un componente importante de la diversidad biológica del país y que tienen un papel cultural fundamental.
Francisco Martínez estudió Arquitectura en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. Desde 1995 colabora en el Centro Cultural Santo Domingo. Durante 3 años laboró en el proyecto de restauración del ex convento, destacando en el área de proyectos y de maquetas arquitectónicas. Desde 1998 se desempeña como Residente de Obra Arquitectónica en el Jardín Etnobotánico de Oaxaca.
La charla La construcción del invernadero en el Jardín Etnobotánico de Oaxaca se llevará a cabo el próximo viernes 6 de septiembre a las 7:00 p.m. la Casa de la Ciudad, ubicada en Porfirio Díaz 115 esq. Morelos, Centro Histórico, Oaxaca.
La entrada es libre.
No en mi patio
No en mi patio
Cambio y trauma en la ciudad
Es común escuchar comentarios sobre el hecho de que las crisis son realmente ventanas a nuevas oportunidades, a la llegada de mejores tiempos. Parte de esta verdad es que en tiempos de crisis abrimos la puerta a situaciones y prácticas que en el cotidiano es más complicado de justificar, e incluso muchas veces, imaginar
En el aspecto urbano este hecho es más que elocuente cuando se trata de entender las grandes transformaciones que han impulsado a las urbes a romper la tendencia e iniciar nuevas rutas hacia su mejor desarrollo.
Es caso de muchas ciudades, algunas de ellas muy bien conocidas y otras no tanto, que a partir de la imperiosa necesidad de mantenerse en el juego, tanto local como global, empujaron su mirada más allá de la tradición. Ciudades tan importantes como París, Sevilla, Nueva York, Portland, Río de Janeiro e incluso la Ciudad de México –entre otras muchas– han iniciado un cambio de rumbo en varios sectores, que antes se creía imposible.
Sin embargo, ninguna de estas ciudades transitó el proceso de rompimiento y transformación de manera calmada. Por el contrario, su inicio tuvo que ver en la gran mayoría de los casos con puntos sin retorno en los cuales resultaba más caro a largo plazo mantener las cosas como estaban que intentar algún proceso de cambio.
Ante el cambio generalmente existen polos de resistencia. Incluso frente a las situaciones más necesarias, siempre habrá algún sector de la sociedad que verá innecesario o contrario a sus intereses el cambio por venir. Esta situación es totalmente comprensible. Por desgracia, la experiencia nos dice que los intereses de los que se oponen a los cambios no siempre están en correlación con el bien común.
Existe un término que se aplica en estos casos que se conoce como como NIMBYismo. Esta expresión se desprende de la frase en inglés “Not In My Back Yard” –no en mi patio trasero. Y como la expresión afirma, es una negación tácita a todo lo que afecte mi particular entorno, sin preocuparse mucho por lo que pase al conjunto.
Continuamente quienes trabajamos en el campo urbano nos encontramos frente al hecho de que los proyectos que se proponen para intentar mejorar la ciudad son ampliamente reconocidos y hasta aplaudidos… Hasta el punto donde se toque algún nervio.
Una experiencia nuestra de hace pocos años en esta misma ciudad: la propuesta de recuperar la red ferroviaria de la ciudad como sistema de movilidad en masa. En aquel tiempo, un grupo de transportistas se sintieron sorprendidos y afectados por el proyecto. Luego de una presentación sólo para ellos, los nervios se calmaron y sorprendentemente escuchamos incluso reconocimientos hacia el proyecto, que les parecía muy bueno mientras no trastoque sus intereses o quedarán fuera del cambio que significaba.
Lo cierto es que incluso este grupo de transportistas se mostró interesado en participar en el proyecto una vez que lo conoció, aunque esto no signifique para nada que el conflicto se hubiera resuelto con el visto bueno de todos. Revertir la reacción al cambio es una de las problemáticas más difíciles con las que un urbanista o planificador urbano se puede encontrar.
La pregunta es ¿cómo conseguir que quienes están a favor de que las cosas se mantengan iguales flexibilicen sus posiciones para ir implementando cambios progresivos en el medio urbano? No hay que buscar demasiadas respuestas: se debe actuar a nivel de la calle misma para trasmitir la necesidad del cambio y consecuentes beneficios para la mayoría. Indudablemente siempre habrá posiciones en contra, pero al final debería prevalecer la búsqueda del bien común.
La ciudad no es el patio trasero de nadie, es el espacio común que compartimos todos los que poblamos una urbe y que día a día sumamos más y más. Por lo que el interés en lo público adquiere mayor fuerza y sentido a la hora de tomar decisiones y formular estrategias.
Entender el proceso cambiante de los lugares y la necesidad de que quienes habitamos en las ciudades lo hagamos en un medio ambiente saludable y acorde a los tiempos que vivimos es actualmente una urgencia.
Porque al sumar los indicadores con los que contamos actualmente no nos queda mucho lugar donde hacernos; según el índice de competitividad del IMCO 2012 somos la capital 31 de 32 y la 60 de 77 ciudades analizadas, en ese medidor. La crisis ya está aquí, la pregunta es ¿podemos cambiar para enfrentarla?