Archivo mensual marzo 13, 2015

Conferencia Real Architecture Workshop (RAW) Oaxaca

La Mesita: arquitectura para la vida real

En una conferencia este viernes en Casa de la Ciudad se podrá conocer el trabajo realizado en los talleres internacionales de construcción colaborativa Real Architecture Workshop en San Pablo Etla, Oaxaca.

Oaxaca, Oax.- Su misión es simple: cambiar la forma en la que los jóvenes arquitectos perciben su trabajo y el mundo, a través de la experiencia de construir con sus propias manos proyectos arquitectónicos concretos para personas reales.

Real Architecture Workshop (RAW) es el nombre de una serie de talleres de diseño y construcción intensivos, realizados en distintos lugares alrededor del mundo, en donde cada taller presenta un reto de diseño significativo dentro de un rico contexto natural y cultural. Desde Dakota, en Estados Unidos, pasando por la Provenza en Francia, hasta San Pablo Etla, Oaxaca, los alumnos comparten conocimientos y habilidades para diseñar y construir estructuras con un alto nivel de diseño pero, sobre todo, con valores sociales claros, útiles y responsables con el medio ambiente.

Desde el 2011 esta plataforma ha diseñado y construido 5 proyectos en el sitio de La Mesita en el municipio de San Pablo Etla, para apoyar las iniciativas de este centro ecológico comunitario, dedicado a la educación y conservación de la naturaleza y el territorio en la periferia de la ciudad de Oaxaca.

Paul Neseth, fundador de RAW, presentará los últimos trabajos realizados en este lugar y estará acompañado por los estudiantes para describir las experiencias y las ventajas educativas de este tipo de prácticas colaborativas.

La conferencia Real Architecture Workshop Oaxaca. Aprendiendo a través de la construcción colaborativa, de entrada libre, se llevará a cabo el viernes 20 de marzo, a las 19:30 horas en Casa de la Ciudad, una iniciativa de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), que se encuentra ubicada en la calle de Porfirio Díaz nº 115, esquina Morelos, Centro Histórico, de la ciudad de Oaxaca.

Arte urbano y el derecho al espacio público

No todo lo que hace el hombre es arte, y en lo personal,  ni siquiera estoy seguro de que muchos de los que se denominan artistas los sean. Esta discusión, en lo particular y en lo común, se ha venido debatiendo por mucho tiempo.

El arte difiere profundamente de la artesanía, y ésta del oficio, ya que son producto de una cadena que se basa en la técnica y muy poco en la actividad creativa. Las dos últimas se centran en la producción de objetos, lo que les diferencia de la creación artística, la cual está mucho más enfocada en la representación de la sensibilidad humana, a pesar de hacer uso y aprovechamiento de la técnica.

Esta disertación inicial viene a cuanta, debido a que en días y semanas pasadas se ha abierto un debate sobre la presencia de piezas de «arte» en la ciudad. Este debate, sin embargo, abre la puerta para una mayor discusión, a propósito del sentido que tiene el desarrollo de este tipo de expresiones en la ciudad, y sobre todo en el polígono que delimita el casco histórico de la misma.

Desde hace un par de años, hemos presenciado cómo han aparecido en espacios públicos de la ciudad, una buena cantidad de objetos que pretenden «enriquecer» el paisaje urbano. Sin embargo, esta idea se ha difuminado ante lo poco planeadas de las intervenciones y el cuestionable valor artístico de los elementos.

Con ánimo de no caer en el mismo dilema que plantea la aparición de estos objetos, es decir, la falta de consenso, intentaremos mirar esta situación desde un punto de vista más analítico que crítico.

Las ciudades han sido adornadas con elementos artísticos desde siempre, las primeras que conocemos ya tenían importantes representaciones artísticas en sus muros y calles. La discusión siempre se ha centrado en bajo qué consensos es que estos elementos se abren espacio en las urbes, anteriores y de nuestro tiempo.

Los regímenes totalitarios suelen hacer uso de estas formas de expresión, para establecer la presencia del sistema político y sus representantes en la vida de las personas que habitan la ciudad. En Budapest, capital de Hungría, existe un parque temático bastante particular, donde en lo alto de las montañas se ha establecido un espacio destinado a albergar las viejas estatuas del régimen comunista, que gobernó esta nación por más de medio siglo.

Estos monumentos fueron retirados de las calles de la ciudad y concentrados en un sólo punto, lejos de la mirada casual de los visitantes, debido a la falta de consenso a su prevalencia. Quienes los deseen visitar, deben hacer un gran esfuerzo para poder admirar estos objetos llenos de una carga política indiscutible, y no precisamente bellos, en la mayoría de los casos.

La calle es un lugar de expresión natural; si me apuran, es el lugar de expresión más puro al que podamos referirnos en nuestra generación y muchas antes. Sin embargo, hay que diferenciar entre lo que son expresiones espontáneas emergidas de la sociedad y de lo institucional. Este pequeño matiz, hace toda la diferencia entre lo que es arte urbano y campaña institucional.

Lo que ha pasado en los últimos meses en las calles de la ciudad cae en este último grupo, con el caso de las esculturas zoomórficas de formas rectas, fabricadas en metal y terminadas en laca. En lo personal, me parece que estas obras no aportan nada a la estética de la ciudad, y que por el contrario, degradan el paisaje del casco histórico. Sin embargo, concedo el hecho de que la calle puede y debe ser un espacio de expresión.

Pero en este caso particular, y en otro, como las esculturas de madera labrada de danzantes y osos, colocadas en las calles por la administración pasada, hay que marcar un límite. No se puede autorizar, por las buenas, una exposición en calle abierta, sin que se haga un análisis y un acuerdo sobre cada propuesta, para no terminar convirtiendo las calles de la ciudad en una galería barata.

Al inicio de esta administración se propuso la creación de un Consejo Ciudadano de Arte y Cultura, otro organismo bien intencionado, pero en la práctica limitado, que debería tener alguna opinión en estos aspectos. La dirección del Centro Histórico y el INAH, muy inquisidores en otros casos, también tendrían que tener un punto de vista al respecto, y por último, la propia comunidad artística.

La ciudad debe estar abierta, pero no a todo, y no a cualquier costo, porque se corre el terrible riesgo de imponer la visión de pocos a la mayoría, desde un solitario escritorio sin acuerdos de pormedio.

 

@tavomad

Redes técnicas lentas IV

Movilidad y transporte

De todas las redes técnicas que las ciudades necesitan para poder existir, quizás la que más retos y desdén enfrenta por su importancia, los actores sociales involucrados y el desconocimiento que de ella tenemos, es la de transporte.

Movilizar personas y bienes dentro de los territorios metropolitanos se ha vuelto una necesidad cada vez más grande, a medida que nuestras sociedades se han diversificado y se ha consolidado un modelo económico basado en el consumo. No sólo de cosas indispensables, sino de gran cantidad de elementos superfluos, que igualmente es necesario producir y distribuir dentro de las ciudades.

Por ejemplo, el consumo de bebidas endulzadas en México es simplemente descomunal; es el más alto por cabeza en el mundo, llegando a los 160 litros por persona de media según distintas ONG. Estas bebidas se reparten mediante camiones de alta capacidad, que desde las plantas de producción acarrean el producto a las ciudades. En Oaxaca, por ejemplo, no hay grandes embotelladoras, apenas una local en las cercanías del Tule, por lo que éstas son traídas, en su mayoría, desde el estado de Puebla cada día.

Esto significa que cientos de camiones de carga se mueven sobre la “supercarretera» Puebla – Oaxaca semanalmente con miles de botellas, que luego se distribuyen en las poblaciones del Valle. Particularmente en la Zona Metropolitana, que concentra una sexta parte de la población del estado.

Esto implica la saturación de las vialidades de la urbe cotidianamente, por éste y muchos tipos de vehículos de abasto y reparto, que mantienen la ciudad surtida cada día.

En el caso de la movilidad colectiva la situación no es mejor, ya antes hemos escrito en esta columna sobre el estado precario en el que opera la red de transporte público. Basada en un sistema de operación intuitivo,  bajo un régimen de gestión que recae casi totalmente en el chofer, y en su resistencia física para poder operar tantas horas como le sea posible, y acumular la «cuenta» de la unidad.

A esto se suma, que el transporte se ha convertido en una forma de generar empleos e intereses en la zona de los Valles Centrales y en todo el estado, lo que lo hace un agente relevante en el contexto socioeconómico de la ciudad. Por lo tanto es sujeto de grandes problemáticas que se repiten cada día.

Los usuarios de vehículos privados son aquí también un componente esencial, la masa vehicular se va incrementando cada día, a medida que la ciudad se hace más compleja y se desgastan las alternativas de movilidad colectiva. De forma que los habitantes de la ciudad optan por el vehículo privado motorizado, aportando igualmente a la saturación de la red.

Así, la estructura de movilidad, que debería ser la columna vertebral del sistema, es una de las que peor operan en la ciudad. Cruzar un extremo de la Zona Metropolitana al otro puede tomar 45 minutos. Mucho, si se piensa que se trata de un recorrido de sólo 12 km, es decir, una velocidad media de 16 km/h.

Pero la inoperancia de esta red, a la que casi cada habitante de la ciudad se encuentra conectado, así como su saturación, no es sólo responsabilidad del flujo. Lo cierto es que hasta la actualidad, no se ha hecho un verdadero plan de mejora de este sistema acorde al momento histórico que vivimos, que permita integrar nuevos elementos, mejorando su capacidad técnica.

Las intersecciones son extremadamente deficientes y funcionan a base de semáforos programados, cuando ya desde hace mucho, existen sistemas inteligentes que controlan sus faces en función de la demanda. Pasos peatonales elevados mal diseñados hacen que las personas opten por cruzar en cualquier parte, creando conflictos constantes, y superficies de rodamiento con secciones mal diseñadas, afectan la urbe cotidianamente.

La red que facilita la movilidad y el transporte en la ciudad, es una más de las tantas que se requiere entender mejor y hacer operar de manera más eficiente, acorde a nuestros tiempos. De no ser el caso, el conjunto de estos retrasos someterá a la ciudad al estado de letargo en el que poco a poco se adentra.

@tavomad