Pacificar la ciudad III

Pacificar la ciudad III

Hagamos espacios comunes

Si algo es evidente cuando recorremos nuestra ciudad es que esta se expande sin control consumiendo cada espacio y cada reserva de suelo que le sea disponible. Lo mismo da si se trata de suelos públicos que privados, la ciudad no ha parado de crecer, pese a las quejas de desarrolladores de vivienda que se quejan de la falta de reserva territorial.

La ciudad que construyen los pobres no encuentra este obstáculo y avece parece que no encuentra fin, basta levantar la mirada sobre la serranía de Monte Albán o la cordillera de Santa Rosa, para darnos cuenta que la mancha urbana se apropia constantemente de nuevos territorios sin parar.

Sin embargo, estos dos modelos de expansión urbana, el de los urbanizadores empresariales y el de la urbanización espontánea no han podido generar una estructura urbana integral y equilibrada. Hay que decir que en la mayoría de los casos estos dos modelos se encuentran enfrentados en el territorio, cerrados sobre si mismos alejando a las personas unas de otras.

Como pensar en una sociedad bien integrada y afinada cuando el propio espacio que habitan esta confrontado con esta intención. Cuando el crecimiento de las ciudades se basa en acomodar la mayor cantidad de unidades de vivienda allí donde haya espacio, en la pavimentación inmediata de cualquier calle, para generar un tejido urbano seco, sin lugares comunes, sin espacios públicos.

Ante la incontrolable expansión de esta y muchas ciudades del país resulta muy preocupante como la ciudad se va desarrollando por si sola, sin el adecuado acompañamiento de especialistas y organismos de estado que dicten de manera concreta que otros componentes deben integrarse al tejido urbano.

A mediada que se va apretando la red urbana cada vez resulta mas complejo el que se generen espacios colectivos para el adecuado desarrollo humano de las personas. Por otro lado, observamos como tristemente las escuelas y sus espacios que pudieran convertirse en faros al medio de este abandono, se cierran igualmente sobre si mismos, como una posesión privada de aquellos que los gestionan.

De nuevo las ciudades se van quedando sin lugares comunes y muchas veces aquellos que nacieron con este objetivo son absorbidos y privatizados. Sirva el caso del Parque del Amor como ejemplo, pero también otros muchos casos dónde la ciudadanía va perdiendo terreno en favor de los intereses de unos cuantos que se van reproduciendo por toda la ciudad.

El abandono es también una pieza inquietante de esta realidad y discurso, no es raro enconarnos diseminados por la ciudad un gran número de espacios públicos, mal atendidos y muchas veces sin certeza jurídica. Pese a fungir como espacios públicos apenas cuentan con las medidas de seguridad básica para poder ser utilizados por nuestra población, en particular la infantil.

Esta situación no puede y no debe seguir así, es indispensable entender que una ciudad saludable demanda un apropiado diseño y gestión de lo público. Ya sean espacios abiertos o cerrados, calles o plazas, es importante que se entienda la urgencia de que la ciudad desarrolle su capital más importante sin lugar a dudadas, su capital humano.

Es este el que realmente hace la diferencia en la vida de las urbes, de estos grandes aparatos tan poco entendidos donde habita la gran mayoría de la población del planeta, casi el 80 % de la nacional y que cada vez más concentran personas y aspiraciones.

La generación de lugares donde la población de una ciudad pueda desarrollar actividades recreativas y de desarrollo social de manera constante y segura es actualmente una urgencia tan grande como la de pavimentar o iluminar una calle. De nada nos serviría tener las calles mejor terminada de toda la ciudad si somos incapaces de caminarla de manera cómoda y sin peligros.

La ciudad de Oaxaca se encuentra actualmente en un proceso de reconfiguración que no se prevé termine en el corto plazo. Por el contrarío muchas señales dan cuenta de la construcción de un tejido urbano aun más denso y complejo. Es urgente que en el interior de este tapiz existan las puntadas que la hagan más flexible, más amigable y más segura.

Casa de la Ciudad