Pacificar la ciudad II
Aislamiento y violencia
No muchos recordarán los eventos sucedidos en París Francia en el año 2004, han pasado 10 años desde que un levantamiento popular generó una serie de actos de violencia y destrucción que llevó fuego a las puertas del casco histórico de una de las ciudades más importantes del mundo.
El origen de estos eventos sin embargo no se encontraba en el parís central, si no en los alejados asentamientos que conforman las llamadas coronas exteriores.
En estos sectores del sistema urbano regional de la ciudad de París se había gestado por décadas un modelo de uso y acomodo del espacio urbano y sus habitantes que colapsó sin que se hubiera previsto o amortiguado tal fenómeno. El resultado fue tan alarmante que puso bajo alerta a otras ciudades de este mismo arco que temían que las reacciones acontecidas en parís les alcance en sus entornos.
Lo que sucedió aquel 2004 no fue si no la conclusión de un modelo de exclusión social y aislamiento de una parte de la población contra otra. En este caso contra las grandes poblaciones de jóvenes “inmigrantes” que habían sido relegado a habitar lejos del entramado urbano oficialmente atendido, complementado con todas las infraestructuras y servicios.
Para los habitantes de estos otros espacios periféricos la realidad cotidiana estaba marcada por la segregación académica, la falta de oportunidades de trabajo y grandes desplazamientos para poder acceder al casco urbano mejor abastecido. Un pasaje de una sola dirección de transporte público entre las Boundaries y el centro de París podría tener un costo aproximado de hasta diez euros, cerca de 180 pesos.
Esto hacía que fuera prácticamente imposible de pagar dicho recorrido, como resultado la población permanecía acorralada y aislada. Lejos de todo aquello que sabían que existía en el mundo “real” donde habitaba la población francesa más afortunada. Hay que explicar también que en muchos caso estos jóvenes inmigrantes eran “inmigrantes” de tercera generación, es decir hijos de personas ya nacidas en suelo francés, provenientes en su mayoría de las ex colonias en África.
Este fue un caso límite de la incomprensión sobre la relación entre el espacio construido que habitamos y su necesaria conexión con el conjunto de lugares que componen nuestras ciudades, el resultado fue simplemente desastroso. Sirva esta conmemoración de echos diez años después para exponer la necesidad de que nuestras ciudades y sus habitantes no se vean afectados por fenómenos similares.
Cuando apreciamos el tejido urbano actual de la ciudad de Oaxaca así como muchas de sus estructuras y fenómenos cotidianos apreciamos muchos de los errores que se cometieron en las afueras de París.
La falta de planeación del entramado urbano a generado grandes sectores CERRADOS en la ciudad, donde sólo existe una vía de entrada o salida. Donde las estructuras sociales no se conectan si no que se dan la espalda entre si, y donde se va gestando de a poco una sensación de resentimiento y falta de aprecio por el vecino, que puede desatar reacciones en el seno de nuestra ciudad. .
De echo ya hay muestras de este agotamiento, la marcada división entre los distintos sectores de la ciudad tanto física como socio-económica ha generado auténticos guetos donde cada vez es más complicado establecer estrategias de pacificación y la violencia se expande. El problema se va haciendo exponencial a medida que la población joven se desocupa y no se abren puertas de oportunidad en esos sectores de la población.
De nuevo la falta de equipamiento y servicios se vuelve una lacra, a medida que la ciudad crece en mancha de aceite resulta imposible de entender. La ciudad de Oaxaca y su área metropolitana tienen una enorme exención pero una densidad de población urbana muy reducida. Esto quiere decir que invertir en un sector de la ciudad benéfica a una población reducida, lo que disminuye el costo beneficio de cualquier acción.
Por lo que la estrategia lógica se reduce a dos opciones; conectar mejor y a bajo costo los distintos sectores de la ciudad para facilitar el desplazamiento de personas y generar infraestructuras ligeras que a un bajo costo provean de servicios a los habitantes de la ciudad. Ambas estrategias tiene pros y contras y hasta cierto punto ambas son necesarias, lo que esta siempre en conflicto en una economía limitada es una pregunta inmediata ¿Por dónde empezar? Ya hablaremos de eso más adelante.