La ciudad cultura
La ciudad cultura
Lugares, historias y construcciones
Todas las ciudades tienen hitos, lugares particulares que por una u otra razón son especiales para sus habitantes y que representan una especie de sistema linfático urbano indispensable para su supervivencia. Estos lugares suelen ser pedazos edificados de la historia del lugar, o incluso vaciados urbanos que conmemoran el triunfo del espacio no edificado dentro del tejido. En todo caso son imprescindibles.
En ciudades grandes o ricas es común que estos lugares estén diseminados por el territorio, sembrando una especie de mapa físico y mental de lo que la ciudadanía necesita para abrazar una ciudad. Son el reflejo de los pasos dados por sus habitantes, las conmemoraciones de sus logros, o el recuerdo etéreo de su presencia, es el Guggenheim de Nueva York, la Sagrada Familia de Barcelona, o el monumento al Holocausto de Berlín.
Cada ciudad tiene algo, no importa su tamaño o nivel socio-económico medio, cada urbe representa una construcción mental colectiva del espacio urbano y sus lugares relevantes, son aquellos que le dan contenido al sitio sin sentido.
En la teoría del no-lugar de Marc Auge de echo se describe como es que la ausencia de estos hitos produce su antítesis; el no-lugar. Aquel espacio con el que no generamos un vínculo estrecho y al que acudimos sin ninguna conmemoración o sentido de identidad. Es como construir espacios vacíos de contenido, que sin embargo requerimos para funcionar en la actualidad disparatada que nos toca vivir.
El no-lugar es la ruina de la ciudad, la construcción de la vacuidad social y la caída del ágora comunal. Por suerte y por oficio, existen siempre los constructores de lugares, aquellos que pese a todas las modas y modernidades en sucesión, tienen como profesión dar sentido a las cosas o encontrar la forma de la gente abstraiga sentido de ellas.
El sembrado de estos lugares en el entramado físico y psicológico de la ciudad es una tarea que pese a su urgencia no es fácil. La fórmula exacta de como componer dichos elementos es tan mística y evasiva como la propia piedra filosofal, no son pocos los alquimistas sociales, urbanos, o arquitectónicos que han fracasado en al intento pese enormes esfuerzos e inversiones.
Y es que el sentido de la construcción del hito urbanístico parece radicar en una especie de transferencia de alma por parte de sus creadores que termina por engendrar en la de las personas que asumen este lugar como propio. Se trata de la recreación del Golem de Praga, del ser fabricado a base de barro que sin embargo recibe un soplo de vida de su inventor, en forma de un trozo de papel donde se describe –tal vez– el origen su existencia.
Empujar al ser humano a la creación parece una misión fantástica, entonces construir lugares de referencia en la ciudad es una especia de proceso creativo paranoico como retoma Rem Koolhaas a la hora de describir la fiebre inventiva que atacó a los creadores que atracaron en el Nueva York del antes de la gran guerra.
Es el como la combinación de la necesidad de construir y la implementación de una idea fantástica, puede resultar en la creación de espacios únicos, de referencia y llenos de contenidos venidos de los lugares más apartados de sus propias bases.
El mapa de la ciudad creativa y creada
Los navegantes que recorren las ciudades en la actualidad, abrazan estas relaciones y son sus pasajeros y pilotos según resulte la ocasión. Apoyados en la constelación de lugares edificados para estimular la razón y la estética, han sido entrenados consciente o inconscientemente en el uso de un espacio urbano que ha acumulado puntos de atracción en el entramado de la ciudad, hasta formar un mapa que desnuda una medina antes oculta.
La ciudad de los creadores silenciosos que tallan planchas de madera y cobre para estampar sus fantasías en ellas y repetir tantas veces como la numeración de la tirada lo permita, sin que el número lleve la depravación de la obra. El espacio que agazapado en la esquina permite la aparición de un Pinocho reescrito por otro creador que paga sus deudas no en la orilla de la mesa de un bar en Florencia, si no en los adentros de una mente que se revela como una placa fotográfica que todo lo capta.
Desde ese lugar caminando calle a abajo se han alzado otros lugares, otros hitos que van componiendo el mapa de la creación plástica de una sociedad caracterizada por el color y el conflicto. O quizás por los conflictos que el color genera y que se resuelve con la simpleza del fondo blanco y la impresión en tinta negra, que alude lo mismo al simbolismo de los orígenes ancestrales que la vacuidad de la sociedad moderna y aquello que no alcanza a procesar.
A los lados partiendo de ese mismo lugar se han edificado igualmente monumentos a la imaginación del género humano. El como un taller de artistas cerrados, ensimismados en su propia creación ha pasado a ser entendido como un lugar de puertas abiertas es aún un misterio. Como las almas más complejas y hasta atormentadas por su genio de una ciudad, han logrado trasladar su comprensión de la plástica al espacio urbano en forma de puertas es casi un milagro.
Porque al final la puerta cuando no tiene cerrojo no es otra cosa que un letrero de bienvenida, como aquella idea que no permanece guardada en la mente de las personas, sino que escapa para transformar su realidad.
La construcción de la identidad de una ciudad o cuando menos un trozo de ella a partir de una gota de tinta en un pedazo de papel impreso desde una placa, debe ser una de las manifestaciones de genialidad, más sinceras que cualquier urbe ha presenciado. Entender que desde los lugares que enseñan la creatividad humana, puede nacer el discurso de otros artistas y artesanos que van entrelazando los nudos de un nuevo textil social.
Nadie puede negar que en la ciudad de Oaxaca y particularmente en su zona centro hace 25 años se inició la transformación de un ambiente urbano duro y sin articulaciones en uno sensibilidad por la creación, a uno que ha hecho del lenguaje de los artistas la marca de la casa. La llegada de la invención que implicó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca a la vida urbana significó el arranque la construcción de la ciudad cultura.
El viaje arrancó de la mano de una mente inquieta, que guarda en si un constructor de lugares, esta tendencia incontrolable le ha llevado a levantar desde su arte paredes que alojan actualmente la sensibilidad creativa de otro muchos.
Dibujar mapas ha sido a lo largo de la historia de los seres humanos una de las pasiones más marcadas y hasta obscenas de nuestra naturaleza. Pero lo que está reservado para unos cuantos es la construcción de lo que mapa indica.
En la vida de las ciudades hay siempre procesos de nacimiento y ruptura, con el hoy con el pasado y hasta con el futuro. Pero lo que ha dejado la intrusión del arte en las calles de la ciudad, ha sido para muchos la redefinición de su propio carácter y sentido. Es lo que motivado el redibujo de la mapa urbano de esta ciudad, una vez que sus lugares han cambiado de sentido y sus definiciones llenado el vacío.