Gordos, corruptos pero felices

Gordos, corruptos pero felices

Gordos, corruptos pero felices
Así nos ven desde afuera

Pues bien, quizás el tema y título del texto de esta semana se aleje inicialmente un poco de los problemas que normalmente tocamos en esta columna semanal. Pero lo cierto es que si miramos la línea que lleva a los hechos que describiremos, nos daremos cuenta de que esta distancia no es tan larga como pudiéramos pensar, y que por el contrario está directamente conectado con la temática de esta columna.

El título se desprende de la suma de tres reportes que fueron dados a conocer en fechas muy recientes y que nos tendrían cuando menos que poner a reflexionar sobre el futuro de nuestra sociedad y quizás, lo más importante, lo que heredamos a las nuevas generaciones.

Gordos: La primera parte de esta frase tiene que ver con un informe emitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), dependencia de las Naciones Unidas que dejaba ver que estadísticamente ya somos el país con mayor población obesa del orbe. Un 70 % de las personas -adultos y niños- tienen sobrepeso y un 38 % de la población adulta se le puede considerar obesa. Esto lectores, significa cerca de 30 millones de personas.

Al tiempo, se reconocen dos componentes de este problema: comemos mal. Como ejemplo esta semana se dio a conocer que somos el principal consumidor de bebidas azucaradas del mundo por habitante. Así lo informó el presidente de la principal embotelladora mundial en México, quien dijo que no es suficiente y seguirán ofreciendo “mejores productos”. El otro aspecto: nos movemos poco. Pasamos de ser un pueblo a pie a uno que va en coche hasta por las tortillas.

Corruptos: También se dio a conocer el Barómetro Global de la Corrupción publicado hoy por Transparencia Internacional. El resultado de este trabajo tampoco es para sentirse orgullosos. Según esta investigación somos el país más corrupto de América Latina. No pierdan la perspectiva lectores, nos comparamos con países que solemos despreciar absolutamente como los de Centroamérica.

La encuesta realizada por Transparencia Internacional deja ver como por mucho la policía y la clase política son los grupos menos valorados; más del 70 % de los encuestados los señalaron como corruptos. Este es un dato terrible si pensamos que unos procuran el estado de derecho y otros planean las políticas públicas que mantienen la maquinaria en movimiento.

Felicidad. Pero pese a esto, parece ser que los mexicanos estamos hechos de esa lámina gruesa que no se dobla. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su edición 2013, del Índice para una Vida Mejor, los mexicanos no tenemos trabajo seguro ni bien remunerado, el nivel educativo medio es bajo, pero somos el décimo país más feliz de los 36 que integran la OCDE.

Más allá de los sesgos metodológicos que pudieran presentar estos tres reportes, resulta bastante chocante que los tres subsistan en un momento en el tiempo. ¿Cómo puede una sociedad enferma de obesidad con más de un 7% de su población diabética, sentirse feliz entre un mar de corrupción?

Lo cierto es que la felicidad es una herramienta muy valiosa para esquivar su alter ego, la depresión, en la cual nos veríamos sumidos si no digiriéramos nuestra realidad por estos medios. Esto se conecta con la nueva cultura del consumo impulsada desde los medios de comunicación que han hecho, entre otras cosas, un auténtico desastre de nuestra dieta. Desastre del que finalmente se termina haciendo cargo el estado.

Cada persona con exceso de peso se convierte en un enfermo crónico en potencia que deberá ser atendido, lo mismo por instituciones del estado que de la sociedad civil o su propio entorno inmediato. Todas la principales causas de muerte en nuestro país están ligadas a la obesidad y la falta de movilidad, entre las más recurrentes la hipertensión arterial y las relacionadas con la diabetes.

Y es en este punto donde corresponde hacer una conexión al tema de lo urbano, del papel que juegan las ciudades en el medio de este cúmulo de problemas.

La ciudadanía está urbanizada, nuestras ciudades concentran al 80% de la población nacional y ésta concentración permite implementar soluciones más sencillas de aplicar y eficientes. Ese es un tema que hemos tratado recurrentemente en esta columna semanal y que se resume en una frase: Ciudad Sana. Es decir una población urbana saludable. ¿Por qué no hablamos de este tema en la siguiente entrega?

admin