El juego de la Bolita II

El juego de la Bolita II

 

¿Quién cuida de los ríos?

Hay un aspecto que por vital hay que destacar en la forma en que el estado y sus administraciones se han conformado a propósito temas relevantes para la vida de las personas. Sin que esto necesariamente signifique una mejora o solución ante estas problemáticas, esto es notable en el tema del agua en regiones como la nuestra.

En el caso del manejo de los ríos y afluentes de agua existen a escala estatal unas cuatro y municipal por lo menos dos. Sin embargo el deterioro que han sufrido los ríos en los últimos tiempos es evidentemente grave y cada año que pasa las opciones de revertirlo se va reduciendo constantemente. Sobretodo a su paso por las ciudades pero ya también fuera de los límites de la estas y ante la urbanización progresiva del agro, los ríos de los Valles Centrales se han visto sometidos a una presión que puede llevarlos a su aniquilación.

Basta hacer un recorrido por sus márgenes para que cualquiera pueda constatar lo que esta sucediendo. Desde su franca contaminación debido al elevado número de descargas sanitarias que se han conectado directamente a estos afluentes ante la inoperatividad de casi la totalidad de las plantas de tratamiento de la región. Hasta la constante extracción de materiales pétreos de sus lechos.

Lo cierto es que la amenaza sobre los ríos se incrementa a medida que la población los empieza a mirar más como problema que una fortuna. Una que permitió el desarrollo de una de las más antiguas civilizaciones del continente sobre el mismo territorio que hoy ocupa la ciudad de Oaxaca.

Pero el problema de la relación entre las personas y estos afluentes no tiene que ver con su existencia y si mucho con su manejo. Para iniciar hay que dejar claro que ellos ya estaban aquí mucho antes que el ser humano pudiera pronunciar alguna palabra. El problema se define desde el manejo y la falta de consciencia que hemos hecho a la hora de acercarnos a ellos.

En el caso de la ciudad de Oaxaca es evidente como se ha permitido y a veces inducido o solapado, que las personas de todas clases sociales invadan los límites de los ríos. Ocupando sus zonas naturales de inundación, o directamente cortando su trasiego, lo que ha colocado por un lado en situación de riesgo a los ocupantes de estos causes que deberían contar con protección federal, y por otro al río mismo que ante la presencia humana se compromete su existencial.

Los ríos se van consumiendo poco a poco ante la mirada apenas vigilante de quienes habitamos la ciudad, y particularmente de quienes debieran encargarse de cuidado y manejo. No bastan las buenas intenciones si por muchas declaraciones que se hagan en favor de ríos. Si no se toman medidas urgentes de todos los órganos de gobierno es evidente que el deterioro de los grandes ríos de los Valles Centrales será cada vez más grave.

Aquí hay que tomar consciencia que aunque muchos no lo sepamos, nuestro destino y el de la ciudad esta estrechamente ligado a la existencia de estos acuíferos y a la buena relación que construyamos con ellos. Para darnos una idea hay que mencionar que más de la mitad del agua que se distribuye en la ciudad de Oaxaca proviene de pozos ubicados a lo largo del recorrido del río Atoyác.

Por lo que el buen estado de su caudal hoy altamente contaminado por la propia actividad humana, resulta de vital importancia para que los habitantes de esta nuestra ciudad podamos seguir desarrollando nuestro cotidiano.

De aquí también la importancia de que se desarrolle una estrategia que integre a todos los niveles de la administración pública, para que estos se involucren de forma más contundente en la recuperación de la buena salud del sistema de ríos, sin admitir evasiones o argumentos de jurisdicción, como ha venido sucediendo en los últimos tiempos.

Hace un año, en el seno de la administración municipal hubo un intento de generar un grupo de trabajo interdisciplinario e intersectorial que se reunió de manera constante para abordar este tema. El resultado fue un documento con una serie de puntos consensuados que sin embargo al momento de elevarlos al plano formal de las instituciones faltó determinación y así muchas horas de trabajo voluntarioso de organizaciones civiles y de gobierno fueron reducidas a cero.

La ciudad no puede sobrevivir sin agua, sin ecosistemas saludable y vivos de los cuales dependemos de manera directa. Sin ellos no estaríamos aquí y si desaparecen nuestro futuro se vislumbra muy oscuro, eso deberíamos recordarlo todos los que aquí habitamos.

 

 

Casa de la Ciudad