El 482 aniversario
¿Que festejamos en realidad?
Este próximo 25 de abril celebraremos un aniversario más de la proclama «real» que eleva la ciudad de Oaxaca de villa a ciudad. Como cada año instituciones del orden municipal, estatal y privadas se encargaran de conmemorar el hecho, sin embargo, más allá de la mera celebración hay que detenernos ha hacer una breve reflexión, sobre lo que implica celebrar una fecha con la que se pareciera se pretende conmemorar la existencia misma de esta urbe.
Hay que retroceder más allá de la fecha misma que el documento señala para poder hacer un justo análisis de que es lo que estamos festejando con tanta devoción y que mensajes ocultos puede contener dicha fecha.
Desde luego la ciudad de Oaxaca no apareció por generación espontánea ese día, de hecho ni siquiera se trata del momento de su fundación –o de alguna de sus fundaciones— como ciudad hispánica. Lo que conmemora esta fecha no es si no un acontecimiento meramente burocrático que por generaciones a reducido la historia de la ciudad un periodo muy corto de su existencia, obviando muchos antecedentes previos que son cuando menos igual de importantes.
Cuando los conquistadores españoles arribaron al Valle de Oaxaca no encontraron un páramo vacío donde localizar una nueva ciudad colonial. De hecho de entre las grandes ciudades del centro del país el único antecedente de ese tipo de ocupación y fundación sería la ciudad de Puebla, que se alejó de los dos grandes asentamientos prehispánicos de la zona, Cholula y Tepeaca.
Diversos estudios arqueológicos y antropológicos nos han demostrado que por el contrario el Valle de Oaxaca era un lugar densamente poblado, con cientos de miles de personas que se ubicaban en un gran cantidad de asentamientos humanos que sobre el se colocaban. Desde el norte del Valle de Etla hasta la parte más oriental en Mitla, o al sur de Zaachila, aparecen gran cantidad de vestigios de civilización muchos de los cuales no han sido documentados, en parte debido a su número.
Para el caso de lo que hoy es la ciudad de Oaxaca se ha construido a partir de diversas evidencias un rastro que nos lleva a señalar que hay pruebas de urbanización en la zona de cuando menos 900 años A.C. Es decir unos 2 400 años antes de la citada fecha conmemorativa.
Cuando se resalta una fecha tan particular como ese 25 de abril de 1532 lo que se hace de forma indirecta es obviar todos estos antecedentes y darle valor primordial a un aspecto de la vida de esta ciudad que tiene que ver con una parte de nuestra cultura, por encima de otra. Es decir se sobrepone el tiempo colonial al tiempo prehispánico y se conmemoran los edictos de un pueblo conquistador haciendo de lado a los conquistados.
Lo cierto es que los rasgos de la civilización y la urbanización indígena permanecieron incluso dentro del trazado y la vida de la ciudad, antes y después de la mencionada declaración. La organización de la ciudad, su orientación, la ubicación de los órganos de poder, y hasta ciertas infraestructuras, como caminos o acueductos, permanecieron pese a los intentos de ser borrados y olvidados de la vida de la ciudad, para las generaciones venideras.
La ciudad de Oaxaca es una de esas urbes que parecen inmortales, a las que el tiempo cuando lo vemos más allá de nuestras limitadas cuentas sólo ha transformado y reinventado. Pero que ha mantenido su hegemonía como centro de la vida urbana en la región entera e inclusive más allá, hasta convertirse en lo que es hoy día. El lugar de referencia para un pueblo compuesto por una diversidad étnica única, proveniente de una gran variedad de sociedades que se han asentado en el territorio del estado desde antes de la llegada de los colonos españoles.
En un momento más actual, la ciudad de Oaxaca sigue siendo el mosaico urbano de todos aquellos pueblos originales que reflejan sus cargas culturales, en forma de expresiones sociales en la ciudad. Aquí el idioma español es sólo uno de los muchos que se hablan de forma nativa en la urbe, en sus barrios y colonias sobretodo de periferia, el sonido del mixteco, mixe, zapoteco, mazateco, entre otros muchos, llena las calles de ritmos multiétnicos, pero propios.
La persistencia de estas huellas en la estructura de la ciudad es también un pequeño ejemplo de lo que debió suceder antes de la entra de los europeos en el valle y la occidentalización de estas sociedades. Cuando la diversidad de las culturas locales se llenaba de la vida que cientos de miles de personas infringían a las ciudades de valle. Desde los muy antiguos antecedentes de urbanización y civilización de Yagul hasta el conjunto monumental de Monte Albán.
La ciudad de Oaxaca tiene muchas cosas que festejar, quizás entre ellas el aniversario de su elevación al grado de ciudad por parte de la corona española en el S XVI. Pero su existencia, su presencia como centro de gravedad de todo un sistema y múltiples culturas es un hecho que pertenece a otras historias mucho más antiguas y seguramente relevantes.