“Demasiados diseñadores parecen añorar hoy las características físicas y plásticas del pasado en lugar de investigar los principios ordenadores abstractos que regían las ciudades antiguas y que nuestros conceptos urbanísticos modernos no han podido aún recuperar.” Christopher Alexander, 2008.
La información contenida en el plano de una ciudad, va más allá de un simple croquis que ubica los puntos más importantes de la urbe, puede dar una referencia de lo que se considera más importante representar como fachadas; elementos naturales; espacios públicos; viviendas de personajes importantes y población en general; catástrofes naturales; problemas sociales; estrategias militares; propiedades; infraestructura; etc. Ahora bien, el contar con una colección de planos de una ciudad en distintas etapas de su historia permitirá conocer procesos urbanos que pueden explicar desde otra visión la transformación de aspectos sociales, económicos, culturales, políticos y ambientales. Imaginemos la posibilidad de comprender desde otras perspectivas el abandono de una estructura reticular a un crecimiento caótico progresivo en las periferias, tal y como le sucedió a la ciudad de Oaxaca.
La belleza, armonía y esplendor con el que cuentan las ciudades antiguas, pueden generar en la mayoría de los ciudadanos un sentimiento de orgullo que se ve reflejado en aquellas condiciones conservadoras y casi intocables que se aplican a los centros históricos. Poco se habla de la condición natural que llevó a estos cascos para ser lo que son, condición entendida como aquel movimiento espontáneo que surge de las necesidades propias del ser humano.
Históricamente, esta condición natural hizo que las ciudades fueran configuradas en base a sus factores físicos y culturales, dotándolas de una orientación clara hacia el cosmos y con centros discernibles y bien definidos, pero sobre todo, eran diseñadas con la característica que los parámetros de configuración urbana partían del hombre y la naturaleza. Es por ello que las ciudades históricas hispanoamericanas cuentan con perfectos tableros orientados a sus puntos cardinales; con edificios importantes en sus centros; delimitadas por elementos naturales como ríos y cerros; y el espacio público se producía para responder a la intensa vida comunitaria al aire libre[1].
Si se analiza a detalle la historia urbana de las ciudades latinoamericanas, se podrá percibir una línea muy delgada que marca la llegada de la ciudad caótica, donde se abandona la ciudad conectada; donde la división por cuadrantes y barrios no es importante; donde las edificaciones importantes ya no se encuentran en el corazón de la ciudad; y aquella en donde los ríos, vegetación y cerros pasaron a ser sólo un recuerdo y no un monumento natural lo que dio vida a una esplendorosa ciudad.
La traza urbana de las ciudades expresa la historia de diferentes culturas desde otra perspectiva. Es preciso entonces para Casa de la Ciudad narrar la historia de la Ciudad de Oaxaca desde un enfoque urbano, por lo cual se presenta al público la exposición permanente “LA HISTORIA DE OAXACA A TRAVÉS DE SUS PLANOS”, un recorrido histórico a través de cartografías que datan desde la fundación de la Villa de Antequera hasta la inserción de colonias que fueron integrándose con el paso del tiempo.
[1] Carlos Arvizu. (2008). Cuadernos de Arquitectura y Nuevo Urbanismo. Patrones espaciales.. Querétaro, México.: Cátedra de Nuevo Urbanismo.