Fuera y dentro, ¿qué pasa donde no es el centro?

Fuera y dentro, ¿qué pasa donde no es el centro?

Hay una cosa o más bien un lugar que sin duda define a nuestra ciudad; su centro, es el espacio más singular de la urbe que habitamos, al que se hace referencia de manera emocional y el que vive en el subconsciente de casi todos sus habitantes sin importar su clase social.

Pero la zona centro representa menos del 4 % del total de la superficie de la ciudad y menos del 5 % de la población que habita la zona metropolitana, sin embargo, su importancia le supera así misma. Lo que le da esta condición de superioridad en términos geográficos, políticos y económicos es su historia, el bagaje de experiencias y relaciones con sus habitantes. Así como, una construcción de una identidad particular por parte de una élite de la sociedad que la ajusta sus necesidades.

El centro sin embargo es en realidad lugar de unos pocos, unos cuantos dueños que poseen la porción más representativa de la ciudad. Solo un pequeño número de los edificios que le componen son de propiedad pública, apenas hay unos cuantos parques, así que la mayor parte del espacio público como en el resto de la ciudad son sus calles, continuamente sede de conflictos sociales.

La mayor parte de sus edificios son propiedad privada, algunos por generaciones que les han visto saltar de propietarios obteniendo regalías de sus posesiones debido al alquiler de espacios. Este fenómeno lo va encareciendo ante el incremento constante del costo dela alquiler lo que se traduce en un aumento del costo de los productos y servicios que ahí se ofertan.

El centro tiene también una vocación comercial, hay literalmente miles de empresa y prestadores de servicios que operan en sus límites, generando una parte importante de la economía que mantiene la ciudad funcionando y en movimiento. Particularmente el lado suroeste del casco histórico, pese a su abandono, es un espacio donde la venta al menudeo se desarrolla en cada portal, ahí apenas subsiste el uso residencial.

Pero la mayor referencia que se tiene del centro histórico es el hecho que cuenta desde los años 80 con una declaración como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Esto ha servido para construirle a su alrededor un velo de solemnidad que muchas veces supera la definición misma de la ciudad como lugar común, para centrar el debate urbano en las pocas cuadras que componen su estructura.

Pero ¿ que pasa con aquello que no es el centro? Con el otro 94 % de la ciudad, con el restante 95 % de sus habitantes. ¿Como podemos definirnos a ellos lo que ahí sucede? Lo que no tiene declaración de patrimonio de la humanidad, pese a contener más humanidad que muchas partes del centro histórico.

La periferia como nos referimos tradicionalmente a este lugar es un entramado de espacios donde convide, la ciudad que emerge sola, los desarrollos de vivienda, el campo, pero también pedazos de casco histórico aquí y allá, de los antiguos poblados hoy absorbidos en la mancha urbana. Sin embargo, la mayor parte de estos centros con carácter histórico pasan desapercibidos en la ciudad oscurecidos por la enorme relevancia del centro histórico del municipio de Oaxaca de Juárez; definición más cercana a este espacio.

Pero la parte más extendida de la ciudad y en crecimiento constante, es la que se destina a la producción de vivienda que rodea el centro, son los miles de manzanas que van ensamblando el tejido urbano y que nos habla de una relación distinta entre las personas y esta parte de la ciudad. Aquí, el espacio a diferencia de la zona centro no encuentra ese valor de referencia simbólico y por lo tanto aparece como un elemento menospreciado pero sobre todo incomprendido.

Basta levantar la mirada hacia las montañas que rodean el centro para darnos cuenta que lo que está pasando ahí requiere de toda nuestra atención y si me lo permiten incluso con mayor urgencia que la parte central. Mientras en el centro existe todo un organismo multisectorial para atender los problemas del casco histórico y su plan de manejo, el resto de la ciudad crece y avanza sobre las montañas y valles sin vigilancia alguna

En medio de un dilema de fronteras administraciones políticas y grupos de poder, la ciudad que no es el centro crece y se desarrolla de fea manera. Ahí las inversiones son mínimas y van a pavimentar calles, no hay proyectos de desarrollo económico o equipamiento cultural o educativo necesario. Por eso hay que recordar a veces que la ciudad que no es el centro también es ciudad y es parte del mismo conjunto, aunque más olvidada y más abatida.

 

@tavomad

Casa de la Ciudad