Equipamientos mínimos II

Equipamientos mínimos II

La manzana como escala

Continuamente, cuando se habla de las ciudades, se repite a veces con exageración, lo costoso que suelen ser las intervenciones que requiere el espacio urbano para poder funcionar cada día. Y esto es parcialmente cierto, las ciudades son organismos complejos llenos de infraestructuras de todo tipo, que resulta difícil mantener en operación, aunque esto no es necesariamente una ley.

Hay muchas cosas en las ciudades, que no dependen de grandes inversiones o de enormes planes para que resulten de alto impacto en la vida del tejido social y urbano.

La cuestión es que hay veces, que lo mejor es dejar de ver la ciudad como un gran conglomerado, donde habitan miles de personas con infinidad de problemas y situaciones cambiantes. En ocasiones, hay que entender la ciudad, como un conjunto de bloques que se ensamblan más o menos de manera armoniosa para generar un todo que interactúa entre sí, pero desde la escala mínima de la cuadra o manzana en que habitamos.

Esta visión mucho más local, tiene un potencial que las grandes visiones no tienen; su conservación e incluso transformación están al alcance de quienes habitan estos lugares.

La manzana es una unidad de territorio poco entendida en la actualidad y bastante mal manejada en los aspectos que tienen que ver con la administración de la ciudad. En otros lados y ciudades, se hacen más o menos de manera continua, estudios muy particulares que tratan de comprender cómo es que se han conformado las estructuras de los bloques que componen la ciudad.

Estos esfuerzos tienen como objetivo analizar e interpretar, cuáles son las formas de ocupar el espacio de quienes pueblan estas pequeñas unidades. Este conocimiento resulta muy útil para implementar estrategias urbanas, arquitectónicas y sociales que ayuden a la mejora del espacio urbano a pequeña escala.

Sabemos que en la actualidad, una buena idea es que una manzana mantenga un uso de suelo mixto, es decir, que no se trate de lugares demasiado especializados en un sólo aspecto de la vida de las personas y la cadena productiva. Lo ideal sería, que en un mismo bloque haya vivienda, comercio, servicios, áreas verdes y recreativas, e incluso actividades fabriles de pequeña escala; así la ciudad se compacta y se reduce, por ejemplo, el gasto en movilidad tanto económico como energético.

Hay quienes se han atrevido a marcar, incluso, coeficientes ideales de uso del suelo de un bloque, aunque la verdad es que estos coeficientes son realmente particulares dependiendo de las características de cada lugar.

Lo cierto es que, pocas cosas resultan tan efectivas para mejorar poco a poco una ciudad, que entender el sentido de mantener un bloque o manzana en buenas condiciones. Ya sea mediante la puesta en marcha de algún programa por parte del gobierno, o la participación de quienes habitan el lugar, intervenir la cuadra es una gran inversión para el resto de la ciudad.

Pero como hemos mencionado antes, para que esto pase, resulta necesario comprender la estructura básica de los bloques urbanos que habitamos. Cuál es su estructura física, escala, número de habitantes, identificación de necesidades en sus habitantes, costo de mercado de sus predios, disponibilidad de solares. Toda esta información se vuelve la base de la mejora que requiere la ciudad y sus habitantes.

En muchas urbes del mundo, esta perspectiva permite que con un presupuesto limitado se realicen acciones, que permitan la mejora y embellecimiento de la ciudad. La asignación de áreas verdes en cada bloque, o equipamientos mínimos diseñados de acuerdo a las necesidades de cada manzana, ha resultado una muy buena experiencia en materia de desarrollo urbano.

Así se ha logrado, no sólo actuar con conciencia sobre cómo se estructura uno u otro bloque en la urbe, sino también dirigir de mejor manera los esfuerzos y recursos con los que se cuentan, que normalmente en los tiempos que corren, son extremadamente delicados.

Las ciudades son hoy día grandes y complejas estructuras, donde habitan miles y cientos de miles de personas, pero sus componentes siguen siendo bastante simples a pequeña escala. Actuar a la escala de la manzana, implica actuar a la escala donde las personas se sienten más identificadas, de forma tal, que pese al correr del tiempo, nuestra calle y lo que pasa a su alrededor, siga siendo la parte más importante de la ciudad.

 

Por: Gustavo Madrid Vázquez

Casa de la Ciudad