Consultar para decidir

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Estacionamiento o ciudad

Este fin de semana se realizó en la Ciudad de México un ejercicio que por suerte está empezando a formar parte de la vida cotidiana de las ciudades. Se consultó a la población sobre la pertinencia o no de instalar sistemas de cobro por estacionamiento en las calles de las colonias Roma y Condesa, en la parte central del nuestra ciudad capital.

Este ejercicio tan interesante arrojó entre muchas cosas dos datos muy interesantes: la participación llegó al 60% del padrón rebasando los 10 mil participantes y el resultado de la consulta marcó un esquema dividido en cuanto a la elección de las personas.

Estos datos nos hablan del interés que existe por parte de los habitantes de una ciudad en la toma de decisiones que atañen al espacio donde habitan. Igual da seña de que estos intereses trascienden el cotidiano y se mezclan con las tendencias socioeconómicas del momento.

Estas dos colonias han pasado por un proceso de transformación que arrancó poco después del sismo de 1985 pero que se intensificó al final de la década de los 90. Durante este periodo, dichos barrios pasaron de ser zonas tradicionalmente habitacionales y de clase más bien media y baja, a ser polos comerciales y de servicios que los han transformado en algunas de las colonias más deseables de la ciudad.

En la actualidad, el esquema social de estas colonias se encuentra también sumido en un proceso de cambio que ha llevado a una interesante mezcla de grupos económicos. En estos lugares hoy día conviven lo mismo personas que pagan alquileres valuados en dólares, que familias con rentas bajas o que viven en edificios “protegidos” por organizaciones sociales como la Asamblea de Barrios.

Dicho matiz hace aún más interesante el resultado de la consulta ciudadana que recientemente ocurrió. En esta columna continuamente hemos mencionado el sin sentido que tiene seguir entregando cada metro cuadrado de espacio disponible al automóvil. Peor aún si esto se hace de manera gratuita, ya que de forma indirecta representa una forma de distribución de la riqueza pública de forma desigual. Es decir, para gozar del uso de la mayor parte del espacio público de las ciudades –que son las calles– hay que comprarse un carro.

El ejercicio que el Distrito Federal acaba de practicar ha permitido que miles de personas expongan sus razones en favor y en contra de la iniciativa. Como es de esperar hubo un poco de todo en la realización de dicha práctica, incluida la mano “oscura” de aquellos que han hecho de las calles una forma de posesión y explotación privada, como es el caso de los famosos franeleros que hicieron campaña activa para proteger su “fuente” de trabajo. Lo cual no es otra cosa que explotar la calle sin ninguna certidumbre, ya que el pagarle a un franelero lo único que garantiza es tener un espacio de estacionamiento y que él mismo no va a dañar el auto. Porque aún no existe franelero que nos dé un recibo fiscal o pague a una aseguradora por protegernos en caso de robo. Es más una forma de chantaje que un verdadero servicio.

También expusieron su punto de vista aquellos que poseen automóvil y que en él ya gastan una parte importante de su dinero, que puede ser bastante más el 10% del ingreso de una familia media. Para ellos, asumir que su derecho a tener auto viene con un costo extra es algo inaceptable con todo y que, hay que dejarlo bien claro, hacen más uso del espacio y las infraestructuras que se pagan con el dinero público, que los que no tiene auto y que son mayoría.

La inequitativa forma en que el dinero público ha beneficiado a los propietarios de autos, ha creado el espejismo de que tienen más derechos que el resto, lo que indirectamente indica que quienes ganan más merecen más. Esta forma de ver la realidad no ha dejado nada bueno. Si vemos el espejo de los países desarrollados veremos que la cosa funciona al exactamente al revés, el que más tiene pone más.

Pero ante todo, hay que reconocer el hecho de que las prácticas de consulta sirven para trasparentar y medir el sentir de la sociedad. Pronto una parte importante de estas dos colonias tendrá parquímetros, me inclino a pensar que el lado donde los haya habrá mejor orden y más inversión resultado de la recaudación. Y con suerte desaparecerá del paisaje una forma de acaparación del espacio público en beneficio de la gran mayoría de personas que sólo pretendemos hacer uso, y no explotar, el espacio de la ciudad que es propiedad de todos.

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