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El Jardín Etnobotánico de Oaxaca

El Jardín Etnobotánico de Oaxaca

¿Sabías que este año el Jardín Etnobotánico de Oaxaca cumple 15 años? Por estas fechas en 1998, un gran grupo de personas comenzaron a colectar cientos de plantas de todas las regiones del estado para traerlas al Jardín. Hay plantas de climas áridos y de climas húmedos, de las zonas tropicales y de las zonas montañosas.

El Jardín forma parte del Centro Cultural Santo Domingo, que ocupa el antiguo convento que fue construido en los siglos XVI y XVII para los frailes dominicos. ¿Sabías que el terreno del Jardín fue parte de la antigua huerta del convento? Este espacio sirvió como cuartel de mediados del siglo XIX hasta 1994 y estuvo ocupado por dormitorios, estacionamientos, canchas deportivas y otras instalaciones militares.

Pero todas estas plantas no son importantes solo porque representan la gran variedad de especies que viven en nuestro estado. Son importantes porque muchas de ellas han dado servido de inspiración a las gentes de Oaxaca a lo largo de doce mil años, además de servir como comida, leña, fibras, medicinas, condimentos y colorantes. Todas estas plantas tienen un significado cultural para las diferentes culturas que habitan en la entidad.

Te invitamos a visitar el Jardín con tu familia, amig@s o compañer@s de escuela para que conozcas todas las plantas maravillosas que existen en Oaxaca.

Del verde al gris y de vuelta al verde II

Del verde al gris y de vuelta al verde II
Las urbes aparecidas

Cuando alzamos la mirada y apreciamos el paisaje que circunda y compone nuestras urbes, rápidamente notaremos el predominio de un color gris que da ese particular aspecto de ciudad improvisada al que estamos tan acostumbrados. La mayor parte de las veces las paredes están sin aplanar, varillas de acero se asoman por encima de columnas y losas están a la espera de otra planta construida por la siguiente generación.

La importancia del concreto en la vida de las ciudades es sin duda alguna fundamental y ha llevado a millones personas a contar con una casa propia. Pero su presencia es más contundente que eso.

La escalada migratoria iniciada a mediados del siglo XX y que en oleadas distintas llevó a un enorme número de personas a las ciudades -primero las grandes y luego las menores- demandó la construcción de viviendas de forma acelerada. Y, ante la ineficacia del estado para prever, planear y resolver, esta necesidad sólo la pudo resolver la gente misma.

Lo que sucedió en ese periodo de tiempo revolucionó las urbes en México y afectó en cada componente a la sociedad que arropaba estos cambios. Medio ambiente, economía, mercado de trabajo, todo resistió la llegada de esta nueva era en nuestras ciudades donde un conjunto urbano emergía al lado del otro de manera súbita sin que pudiéramos ni siquiera poder contabilizar su aparición.

A nivel de la economía del país, la dinámica de construcción autogestiva fue tan contundente que para finales del siglo XX las grandes empresas cementeras del país realizaban hasta el 85 % de sus ventas totales en forma de bultos al menudeo. Este dato es muy revelador si consideramos que una de nuestras industrias del concreto se encuentra en el top cinco de la industria a nivel mundial.

La ciudad de concreto tuvo que ser edificada por necesidad, no existe antecedente en cuanto a intensidad constructiva antes de esta era en el país, y quizás el continente. Literalmente cientos de kilómetros de ciudad fueron agregados en apenas medio siglo, multiplicando por mucho la extensión urbana preexistente.

Para darnos una idea de este relación, sólo en la ciudad de Oaxaca la mancha urbanizada de la zona metropolitana pasó de cerca de 8 km2 en los años cincuenta, a cerca de 100 km2 para el 2005, es decir la superficie se multiplicó más de diez veces. Lo que no significó por mucho un crecimiento de la población en ese ritmo, si bien hubo un aumento mantenido de la misma la expansión de la ciudad superó con creces la multiplicación de la población urbanizada.

Este es, de hecho, uno de los grandes problemas que enfrentan las ciudades mexicanas en la actualidad. Por cada tanto que se incrementa su población, la mancha urbana lo hace cinco veces, generando un elevado consumo de suelo y una alta demanda de servicios y recursos naturales. Lo anterior nos lleva a que la mayor parte de las ciudades en el país enfrenta algún tipo de crisis derivada sobretodo de la falta de agua.

Pero la construcción de la ciudad gris no se limitó a la construcción de casas, aunque es quizás allí donde venga la mayor parte de las problemáticas de este modelo. La urbanización de las ciudades implicó la construcción de infraestructuras que permitieron el asentamiento de los nuevos urbanitas, lo que se tradujo en la construcción de cientos de kilómetros de calles que predominantemente se construyeron también de concreto.

El resultado fue la transformación de ecosistemas integrales en espacios urbanizados donde casi nada entra o sale del suelo. Aquí podemos hacer una clara conexión con el problema hídrico de las ciudades del que hablamos antes. Mientras más personas se asentaban en un lugar y demandaban servicios, entre los cuales se encuentra el más fundamental que es el agua potable, la propia mancha urbana impedía la recarga de los acuíferos ubicados en el subsuelo que tapó.

Por otro lado, otras dos infraestructuras culminaban con ese ciclo nefasto. Los drenajes presentaban fallas ante movimientos de tierras y vierten una gran cantidad de desechos directamente al medio ambiente, enturbiando más el agua. Y la red de distribución de agua potable, igualmente improvisada y que filtra hasta el 40 % del agua bombeada antes de llegar a los hogares.

Por último, el encarpertamiento de la ciudad trajo un otro factor negativo inesperado: una elevación a veces muy marcada de las temperaturas medias de la ciudad, que afecta a todo lo vivo, incluidas las personas.

Si bien el uso del concreto resolvió de manera inmediata lo que era una crisis por espacios habitables, su uso excesivo está costando mucho a las ciudades. Es necesario mediar su avance en la ciudad, aprovechando sus ventajas y promoviendo nuevas formas de uso.

Del verde al gris y de vuelta al verde I

Del verde al gris y de vuelta al verde I
Y se hizo el concreto

Entender la dinámica bajo la cual han sido constituidas y reconstituidas la ciudades en la actualidad, significa en muchos casos entender el intenso proceso de transformación del territorio que ha representado la construcción de la sociedad urbanizada que hoy somos.

A su vez, comprender estos cambios es también conocer mucho de nuestro origen, y un intento por vislumbrar un poco de nuestro futuro.

La configuración actual de las ciudades en México, Latinoamérica y buena parte del planeta tienen, por decirlo de alguna manera, fecha de inauguración. Son el resultado de los procesos de globalización de las actividades productivas acontecidos desde el último cuarto del siglo XX y que condujeron al establecimiento de la economía de exportación, lo mismo que la fragmentación y destrucción del agro y su modelo de vida.

En orden de mención, la llegada de la economía exportadora generó una serie de polos urbanos muy atractivos para el mercado de trabajo que generaron una ciudad más densa y diversa en su carácter social, lo cual era atractivo para muchas personas. Por otro lado, la caída del agro acarreo dos fenómenos muy relevantes para entender las ciudades hoy día: una segunda oleada masiva de inmigrantes rurales a la ciudad y un consumo acelerado de suelos antes agrícolas dentro de las manchas urbanas ya constituidas.

Desde luego podemos nombrar muchos otros fenómenos dentro de este proceso, pero las consecuencias que trajo la combinación de los dos antes mencionados fueron definitivas para comprender el estado de la ciudad actual.

De forma tal que podemos asegurar sin muy poco temor a equivocarnos que el perfil de nuestras ciudades es resultado de la aparición de la clase obrera urbana, la urbanización de campesinos y el consumo de suelos rurales y rústicos.

Esto significó la urgente construcción de vivienda para literalmente millones de personas que inmigraban a las ciudades a velocidades muy rápidas. Al tiempo, su descendencia ya urbanizada mantenía cuando menos en las primeras generaciones un crecimiento similar al de las familias rurales que se iría transformando al paso de las nuevas hasta estabilizarse.

El modelo de vivienda predominante en los nuevos asentamientos que la ciudad iba constituyendo fue predominantemente unifamiliar, con una cercanía al modelo rural del que provenía la mayor parte de esta población.

Esto significó un gran consumo de suelo al inicio del proceso, pero eventualmente los solares se fraccionaron, y la densidad aumentó. Hoy sabemos que la ciudad que se construye a sí misma, se caracteriza por una alta concentración de personas. Es, hasta cierto punto, una ciudad más sustentable que otros modelos de urbanización, como los llamados fraccionamientos y que actualmente se encuentran vacíos en medio del Valle de Oaxaca y con 100 mil unidades desocupadas a nivel nacional.

Este proceso de ocupación y urbanización del suelo en las ciudades se ha prodigado a nuestros tiempos con apenas variantes y excepciones. Algunas urbes se asomaron unos cuantos años después que otras al proceso, pero en general ha sido la forma en que casi el 80 % de nuestra población ha ingresado al mundo urbano, separándose de su progenitor rural.

En ese proceso una cosa fue más y más evidente. Para que la ciudad y sus habitantes lograran expandirse con tal contundencia necesitaron de la flexibilidad de un material que permitiera la urbanización y la edificación de viviendas de forma rápida accesible y duradera. Y nada representaba mejor esas cualidades en cualquier terreno y circunstancia que el concreto.

El cemento o concreto vino a llenar el nicho que había quedado vacío ante lo complejos y prologados que resultaban los procesos de construcción tradicional. Al tiempo junto con el acero representó una forma de edificar en situaciones muy complejas como zonas sísmicas, que es el caso del Valle de Oaxaca o el de México. Finalmente, permitió el desdoble de la vivienda en varias plantas, asumiendo el crecimiento familiar.

Pero la irrupción del concreto sin control no solo facilitó la expansión de la ciudad y el alojamiento de sus nuevos habitantes. También tiñó de gris el paisaje y selló su suelo. Este es el tema que trataremos en la siguiente entrega de esta columna.

Mariposas

Mariposas
¿Sabías que hay aproximadamente 20,000 especies de mariposas en el mundo? Solamente en nuestro país hay 2000 especies. ¿Cuántas especies conoces? Te invitamos a construir un comedor para mariposas y ver cuántas especies diferentes llegan.
Vas a necesitar:

 

  • Un plato desechable
  • Hilo
  • Fruta muy madura

 

  1. Haz cuatro hoyitos en el plato a una distancia regular para que el plato no quede chueco.
  2. Amarra un pedazo de hilo en cada hoyito y después amarra los cuatro hilos juntos.
  3. Pon la fruta en el plato y cuélgalo en un árbol o cerca de la ventana.
  4. Observa. Puedes poner platos con frutas y diferentes y observar cuál les gusta a qué tipo de mariposas.
  5. Puedes tomarles fotos o dibujarlas y así ver cuántos tipos de mariposas visitan tu casa.